Exordio
Chasco apareció en el español allá por el siglo XVII, posiblemente como una onomatopeya que imitaba el sonido de un latigazo o un chasquido. Con el tiempo, pasó a significar una decepción o un engaño ligero, como si la vida nos diera un pequeño azote. De este chasco nació chascarro, que se coló en nuestro idioma para describir un suceso gracioso o un dicho agudo. Es como si el chasco, en lugar de decepcionar, decidiera hacernos reír. Y finalmente llegamos a chascarrillo, ese diminutivo cariñoso que se refiere a un cuento breve y jocoso, una anécdota divertida que se comparte para amenizar una conversación. Es la evolución natural del chascarro, pero en formato de bolsillo, perfecto para sacar una sonrisa en cualquier momento. Estas palabras han ido saltando de boca en boca, de diccionario en diccionario, manteniendo viva la chispa del humor español. Son como pequeños fuegos artificiales lingüísticos que iluminan nuestras charlas con destellos de ingenio y picardía. Así, desde el chasquido original hasta el chascarrillo final, estas palabras han trazado un camino lleno de sorpresas y risas en nuestra lengua, recordándonos que, a veces, los chascos de la vida pueden convertirse en las mejores historias para contar.
Ya perdonarán ustedes (o no, como quieran) la licencia anterior pero a veces las ocurrencias salen bien y a juicio de quien esto escribe, ha salido, al menos, interesante. Vayamos con lo serio.
Chascos y chascarrillos. Etimología y significado
Chasco apareció en el español en el siglo XVII, como una onomatopeya que imitaba el sonido de un latigazo. Es un sustantivo masculino que significa una decepción o un engaño ligero. De él deriva el verbo chasquear. Suele aparecer en expresiones como dar (o llevarse) un chasco.
De chasco a chascarro, añadiendo el sufijo -arro, que aunque suele tener un matiz aumentativo o despectivo, aquí adquiere un tono más coloquial. Chascarro describe un suceso gracioso o un dicho agudo, como si el chasco, en lugar de decepcionar, decidiera hacernos reír.
Finalmente llegamos a chascarrillo, que añade el sufijo diminutivo -illo a chascarro. Este sustantivo se refiere a un cuento breve y jocoso, una anécdota divertida para amenizar una conversación. De él deriva el sonoro pero poco usado adjetivo chascarrillero. En el uso, chascarrillo suele acompañar a verbos como contar o soltar.
Corolario. Chascos y chascarrillos
Ojalá estuviéramos en tiempos de chascos y chascarrillos. Desgraciadamente esos ya pasaron, ahora estamos en un estadio muy superior: el de problemas tremendos y problemones mayúsculos, el de supervivencia o muerte. Por eso, el tiempo de Sánchez y su inmunda corrupatía tiene que terminar de una vez. De momento, en eso también estamos en esta nuestra pequeña trinchera, la de hablarydecir.
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