Luciano González Egido
Texto íntegro de Confesión, de Luciano G. Egido
«Padre, me acuso de acostarme con usted». Al otro lado de la rejilla del confesionario se oyó un rebullir de telas y contrariedades. «¿Te arrepientes, hija?». «Sí, padre». «Pero ¿te arrepientes de verdad? Ya sabes que Dios Nuestro Señor lo ve todo y a Él no puedes engañarle como a mí». «Sí, padre». «Piénsatelo bien antes de decirlo». «Sí, padre». En la oscuridad del confesionario se ahogaron unos resoplidos de resignación. «Ego te absolvo a pecatis tuis y no te olvides de volver la semana que viene«.
Sobre Confesión
El microrrelato de Luciano González Egido abre con una frase de impacto: Padre, me acuso de acostarme con usted. Desde ese inicio, el texto despliega un diálogo breve y tenso en el interior del confesionario, espacio de oscuridad y secreto que se convierte en escenario de complicidad. La alternancia de preguntas y respuestas, siempre lacónicas, muestra la rutina del sacramento frente a la gravedad del pecado. El sacerdote, más preocupado por la formalidad del rito que por la transgresión, recurre a la fórmula solemne en latín —Ego te absolvo a pecatis tuis— para cerrar la escena con una ironía corrosiva: no te olvides de volver la semana que viene».
La fuerza del relato reside en su capacidad de condensar en pocas líneas una crítica moral y política. La confesión, que debería ser un acto de expiación, se revela como un mecanismo de encubrimiento. La ironía final trivializa el pecado y convierte la absolución en burocracia espiritual. Egido desnuda así la fragilidad de la institución religiosa, mostrando cómo el rito puede perpetuar la culpa y el abuso. El microrrelato se convierte en un ejercicio de síntesis moral, donde la culpa y el secreto son símbolos de la persistencia humana y de la hipocresía clerical.
Sobre Luciano González Egido
El autor de Confesión nació en Salamanca en 1928. Aunque se doctoró en Filosofía y Letras con una tesis sobre Baltasar Gracián, no desarrolló una carrera universitaria estable. Su actividad se orientó hacia la crítica cinematográfica y el periodismo, antes de dedicarse a la narrativa en la madurez
Su trayectoria literaria es singular: comenzó a publicar narrativa a los 65 años, lo que lo convirtió en un escritor tardío pero con voz madura y depurada desde el inicio. Obras como El cuarzo rojo de Salamanca (Premio Miguel Delibes, 1993), El corazón inmóvil (Premio de la Crítica, 1995) y La piel del tiempo (2003) consolidaron su prestigio. También escribió ensayos de tono filosófico y cultivó el microrrelato, donde desplegó su mirada crítica y corrosiva.
Su estilo se caracteriza por la densidad lírica, el tono grave y filosófico y una crítica constante a las instituciones y a la hipocresía social. Dialoga con la tradición española pero con una modernidad narrativa que lo convierte en un autor de culto. La ironía, la reflexión moral y la capacidad de síntesis son rasgos que atraviesan tanto su obra extensa como sus piezas breves.
Bienvenido a nuestros Microrrelatos, Luciano González Egido.




