El mastín y el galgo

julio 23, 2025

Más corre el galgo que el mastín; pero si el camino es largo, más corre el mastín que el galgo.

Desde hoy, un nuevo refrán se suma a nuestros Dichos y refranes. En la sabiduría popular, los animales no solo corren, ladran o cazan: enseñan. El refrán que analizamos hoy condensa en una imagen rural una lección universal: no siempre gana quien empieza más rápido, sino quien sabe resistir.

Nacido en la tradición oral castellana y transmitido durante generaciones, este dicho contrapone la velocidad del galgo —ágil, elegante, impetuoso— con la fuerza paciente del mastín, que avanza sin brillo pero sin pausa. Así, en tiempos donde todo parece urgente, este refrán recuerda que la constancia, aunque menos vistosa, suele llegar más lejos.

Mastín y galgo. Origen y evolución

Aunque no se conoce una fecha exacta de su aparición, se documenta desde al menos el siglo XVIII, cuando los refranes comenzaron a recogerse sistemáticamente en colecciones impresas. Su estructura rítmica y el uso de animales domésticos lo vinculan con la tradición oral campesina, donde los galgos eran conocidos por su velocidad en la caza y los mastines por su resistencia y fuerza como perros guardianes.

El dicho suele aparecer en versiones extendidas como En fin, Serafín, más corre el galgo que el mastín, mas si el camino es largo, más corre el mastín que el galgo… no obstante, los dos corren bastante.

Este tipo de refranes se usaban para transmitir sabiduría práctica en contextos rurales donde la caza con galgos era común y los mastines protegían el ganado. La observación empírica de los animales se convertía en metáfora de comportamientos humanos.

Visión contemporánea

El refrán contrapone dos cualidades: la velocidad del galgo frente a la resistencia del mastín. Es una lección sobre la importancia de la constancia frente al ímpetu y se aplica a múltiples contextos: desde el trabajo y el estudio hasta las relaciones personales o los proyectos de vida.

Hoy en día, se usa para algo imprescindible: relativizar el éxito inmediato y valorar el esfuerzo duradero. En conversaciones coloquiales, puede aparecer como cierre resignado o reflexivo, especialmente en su forma abreviada: En fin, Serafín…, que muchos entienden como una fórmula para terminar una discusión sin solución clara.

En redes sociales el refrán sigue circulando como ejemplo de cómo la sabiduría popular conserva su vigencia. Aunque algunos lo consideran anticuado, su mensaje sigue resonando en una época donde la rapidez suele eclipsar la perseverancia.

 

Refranero español

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