Siendo estudiante de Derecho Penal con el profesor Cerezo Mir, me ponía firmes al escuchar nombres de ilustres juristas de izquierdas como Jiménez de Asúa, Antón Oneca o Conde Pumpido. Los tres, a modo de ejemplo, y pese a su condición política, fueron paradigmáticos en la ciencia penal española.
Pero no, no se asusten ustedes, el Conde Pumpido citado no es el irreverente meritorio mercachifle que hoy ocupa la cumbre del Tribunal Constitucional, sino su padre. ¿Saben ustedes cómo cargarse el prestigio y la prosapia de un apellido? O de una saga de juristas… Es muy fácil, pasando de ser un profesional responsable a ser un balandrón indigno de piedad, comerciante de cualquier cosa que le sea posible.
Ministro del Tribunal Constitucional
Este hombrecillo inmoral y oclócrata es, sí, el ministro del Constitucional: al carecer de separación de poderes la estructura del poder en España, tanto el legislativo como el judicial son sombras sumisas pero ejecutoras de todos y cada uno de los deseos y ocurrencias del ejecutivo, legales o no, lícitas o no y legítimas o no. Y en esas está este otro traidor a España y a sus raíces familiares y profesionales.
Como anécdota citaremos una frase de su padre referida a la independencia de la Fiscalía: Entre ejercer sus funciones con órganos independientes, elaborando imparcialmente sus criterios de actuación, a ser un órgano subordinado al Ejecutivo, que sirva para hacer prevalecer en los tribunales los criterios del Gobierno, va la diferencia que hay entre ser un eficaz medio de realización de la legalidad a ser un mero instrumento de los intereses del partido en el poder. El padre, esto es del padre.
La caricatura constitucional
Cándido Conde-Pumpido, actual presidente del Tribunal Constitucional de España, es una figura que no pasa desapercibida. Su trayectoria, marcada por su paso como fiscal general del Estado y ahora como líder del máximo órgano de garantías constitucionales, ha estado salpicada de elogios y críticas.
Este infame y vergonzante Conde-Pumpido podría ser descrito como un equilibrista político en una cuerda floja tejida por intereses partidistas. Mientras proclama la necesidad de que el Tribunal Constitucional actúe sin presiones externas, sus decisiones son serviles y leales al poder político sátrapa. Por ejemplo, su gestión ha sido señalada por facilitar al Gobierno reformas clave, como la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), lo que desató acusaciones de politización del tribunal.
Su defensa de la Constitución se mezcla con maniobras tan cuestionables como intentar limitar el acceso de jueces españoles al Tribunal de Justicia de la Unión Europea en casos como el de los ERE en Andalucía. ¿Es esto un acto de protección constitucional o un intento de blindar decisiones incómodas? Claro, claro, pedazo de oclócrata obediente.
Las perlas
- El cáncer del Estado de derecho. El vicesecretario del PP, Esteban González Pons (otro que tal baila), llegó a calificar al Tribunal Constitucional bajo su liderazgo como el cáncer del Estado de derecho.
- Nota insólita: Bajo su mandato, el Constitucional emitió una nota pública para justificar sus decisiones ante críticas internas y externas. Este hecho insólito se consideró una manipulación doctrinal sin precedentes.
- Participó activamente en la admisión a trámite de recursos de amparo presentados por Dolores Delgado y Eduardo Esteban, antiguos subordinados y personas con las que tenía vínculos personales. Aunque posteriormente decidió abstenerse, lo hizo después de haber influido en la decisión inicial.
- Sentencia sobre los ERE. Su liderazgo en el TC fue cuestionado por la decisión de anular parcialmente las condenas relacionadas con los ERE de Andalucía. Esta medida fue una maniobra para proteger a políticos socialistas implicados en corrupción, lo que provocó indignación entre jueces y críticas por entrar en conflicto con la doctrina europea sobre persecución de la corrupción.
- Propuesta para bloquear revisión europea. Conde-Pumpido propuso neutralizar el intento de la Audiencia Provincial de Sevilla de llevar el caso de los ERE al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Esta maniobra fue una interferencia indebida y podría acarrear consecuencias penales.
De pacotilla, pero ministro del Constitucional. Con otras prebendas, pero ministro. Oclócrata, traidor y corrúpata, pero sumiso con sus amos. Fascinante monigote. ¿De quién depende el Constitucional? Pues eso. Ah, y gracias a Feijóo, eh.
Sobre las andanzas delictivas de su hijo mientras el padre le protege una y otra vez hablaremos en otro momento. Es lo que debe ser la igualdad ante la ley, ¿no?