El Sacamantecas

Juan Díaz de Garayo Ruiz de Argandoña nació el 17 de octubre de 1821 en Eguílaz (Álava). Relatamos su vida y sus hechos en un nuevo capítulo de Criminales y otros delincuentes.

El Sacamantecas. Orígenes humildes y vida rural

Hijo de campesinos, creció sin educación formal, analfabeto, dedicado desde niño a labores rurales como pastor, labrador y carbonero.

En 1850 se trasladó a Vitoria, donde entró como criado en casa de una viuda labradora, Antonia López de Berrosteguieta, con quien contrajo matrimonio poco después. Durante trece años, vivió una existencia aparentemente estable, criando cinco hijos, de los que sobrevivieron tres. Pero tras la muerte de su esposa en 1863, su vida se desmoronó. Se volvió descuidado, dejó de atender a sus hijos y su carácter se tornó hosco y errático.

Un segundo matrimonio en 1864 fue breve y conflictivo: su nueva esposa lo abandonó y Garayo quedó solo, sumido en una rutina de trabajos ocasionales y visitas frecuentes a prostitutas.

La transformación en asesino

Fue en 1870 cuando comenzó su carrera criminal.

La primera víctima fue una prostituta conocida como La Valdegoviesa, a la que estranguló en las afueras de Vitoria. A esta le siguieron otras mujeres, todas asesinadas con violencia, algunas violadas, otras mutiladas. Entre 1870 y 1879 se le atribuyen al menos seis asesinatos, aunque se sospecha que pudo haber más. Las víctimas eran mujeres vulnerables: prostitutas, mendigas, campesinas solitarias.

En algunos casos, Garayo las abordaba con engaños, ofreciéndoles dinero o ayuda y luego las conducía a lugares apartados donde las atacaba. Su modus operandi evolucionó con el tiempo. Al principio, los crímenes eran más contenidos, pero hacia el final se volvieron brutales, con signos de sadismo. En 1878 asesinó a una joven campesina a la que destripó con una navaja y apenas dos días después, violó y estranguló a otra mujer, a la que dejó mutilada en un campo cercano.

El mito del Sacamantecas

La brutalidad de sus crímenes alimentó el mito del Sacamantecas, una figura del folclore popular que se decía robaba la grasa de los niños para fabricar ungüentos o venderla a médicos. Aunque Garayo nunca extrajo grasa humana, la prensa y el imaginario colectivo lo asociaron rápidamente con esa leyenda. El miedo se propagó por Álava y durante años, los padres usaron su nombre para asustar a los niños.

Pero Garayo no era un mito: era un asesino en serie real, que actuaba con frialdad y conocimiento del terreno. Su figura encarnó el terror rural en una época en que la superstición y el desconocimiento médico aún dominaban la percepción pública del crimen.

Captura, juicio y ejecución

Su captura se produjo en 1880, tras el intento fallido de asesinato a una mendiga que logró sobrevivir y denunciarlo. Fue juzgado en Vitoria y aunque en un primer momento se le consideró cuerdo, posteriormente se le diagnosticó una forma de degeneración mental, influida por las teorías de Cesare Lombroso, que buscaban rasgos físicos en los criminales. Se le describió como un hombre de frente estrecha, ojos juntos, mandíbula prominente y se le clasificó como un criminal nato.

La sentencia fue clara: pena de muerte por garrote vil. La ejecución tuvo lugar el 11 de mayo de 1881 en el patio de la prisión del Polvorín Viejo de Vitoria. Tenía 59 años. El verdugo fue Gregorio Mayoral, aunque algunas fuentes mencionan a Lorenzo Huertas.

Sacamantecas y la criminología

La historia de Juan Díaz de Garayo es la de un hombre que, tras una vida marcada por la miseria, el abandono y la frustración sexual, se convirtió en uno de los asesinos más temidos de su tiempo.

Su caso marcó el inicio de la criminología moderna en España y su nombre aún resuena como símbolo del horror que puede esconderse tras una apariencia común.

El Sacamantecas dejó de ser solo un cuento para convertirse en una advertencia real. Su figura permanece como una sombra en la historia criminal española, recordándonos que el monstruo no siempre vive en la leyenda: a veces camina entre nosotros.

Retrato en blanco y negro de Juan Díaz de Garayo, conocido como El Sacamantecas, asesino en serie alavés del siglo XIX, fotografiado antes de su ejecución en 1881

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