Quizá ya lo sabía pero homilía procede del griego homilia, que significa asamblea, asunto habitual y conversación, charla familiar. Su raíz deriva del verbo griego homilein, que significa reunirse, conversar.
La homilía es un discurso o reflexión que realiza un sacerdote después de proclamar la palabra de Dios. Su propósito es orientar a los fieles sobre la aplicación de los mandatos divinos en la vida cotidiana. No es un espectáculo ni una improvisación: debe prepararse para conectar los textos sagrados con la realidad.
Las raíces de la práctica de la homilía se remontan a las sinagogas donde Jesús mismo las pronunciaba. San Justino, hacia el año 153, ya testimoniaba su uso en la liturgia eucarística cristiana. Francisco I ha enfatizado que la homilía no debe convertirse en un espectáculo mediático ni en una charla prolongada desconectada de la celebración: debe ser un diálogo entre Dios y su pueblo, breve y concreto.
¿Cuál es la disciplina que se ocupa de la homilía? La homilética, el arte de preparar homilías, busca que el mensaje sea efectivo. El sacerdote utiliza diversos recursos como textos bíblicos, modulación de voz y gestos para establecer la conexión con la realidad social. En esencia, representa un puente entre la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística, buscando actualizar el mensaje sagrado para cada comunidad.