Hoy me he topado con esta imagen en televisión. El rótulo dice: Los investigadores ven intencionalidad máxima en el incendio de Ávila. Y ahí me detuve. No por el incendio —que ya es bastante grave— sino por el uso del lenguaje. Porque cuando se habla de intencionalidad máxima, no solo se comete un error, sino que se distorsiona el concepto mismo de intención.
Aquí, y en nuestra Galería de horrores, dejo la foto. Enseguida veremos por qué esa frase no se sostiene ni en lo jurídico, ni en lo filosófico, ni en lo lingüístico. A veces, el fuego empieza por las palabras.
Intencionalidad máxima. Error
Decir que los investigadores ven intencionalidad máxima en el incendio de Ávila es una expresión que, aunque suena enfática, incurre en un error conceptual grave: la intencionalidad no admite grados. No puede ser mínima, media o máxima. O hay intención, o no la hay.
La intencionalidad es una categoría binaria: presente o ausente. Si alguien prende fuego a un bosque con voluntad de hacerlo, hay intencionalidad. Si el fuego se produce por negligencia, accidente o causas naturales, no la hay. Lo que sí puede variar es la gravedad del acto, la premeditación, o el alcance del daño, pero no la intención en sí.
¿Por qué no se gradúa la intención?
Desde el punto de vista filosófico y jurídico, la intención es una actitud mental dirigida a un fin. No se puede tener un poco de intención de cometer un delito. En derecho penal, por ejemplo, se distingue entre:
Pero nunca se habla de dolo leve o dolo máximo. Lo que se gradúa es la culpabilidad, no la intención.
Intencionalidad máxima. Error similar
Imagine que alguien dijera: El presidente actuó con una sinceridad extrema. La sinceridad, como la intención, no se mide en grados. O se dice la verdad, o no. Lo que puede variar es el modo de expresarla, no la sinceridad en sí.
¿Qué deberían haber dicho?
En lugar de intencionalidad máxima, los investigadores podrían haber afirmado: Los datos disponibles permiten concluir que el incendio fue provocado de forma deliberada o Los indicios confirman que hubo clara intención de causar el fuego.
Esto es preciso, contundente y respetuoso con el lenguaje y el pensamiento.
Hay, sin embargo, una duda que me embriaga la mente: ¿por qué debemos pensar que gentes que no saben expresarse sean capaces de extinguir un gran incendio? ¿O por qué esa misma clase de personas puede ser capaz de dirigir o presentar un telediario?