La agonía de Proserpina

abril 14, 2025

La agonía de Proserpina (1993) es una de las obras más perturbadoras y simbólicas de Javier Tomeo, donde el autor aragonés traslada el mito clásico del rapto de Proserpina a un escenario contemporáneo, despojándolo de su dimensión divina para convertirlo en un drama humano cargado de erotismo, violencia y absurdo existencial.

La agonía de Proserpina. Reinterpretación del mito

Tomeo desmitifica la narración original —el secuestro de Proserpina por Plutón— para analizar la dinámica de poder entre sus personajes: Anita, una carnicera dominante y Juan, un escritor pasivo. La obra subvierte los papeles tradicionales: aquí, la Proserpina (Anita) es quien ejerce control, mientras el Plutón (Juan) se muestra vulnerable, casi víctima. Este giro convierte el mito en una reflexión sobre la sumisión y la agresión, donde la sexualidad se entrelaza con la crudeza física y psicológica.

El diálogo entre los protagonistas oscila entre lo sensual y lo grotesco. Anita, asociada a la carne cruda (símbolo de lo visceral), encarna un deseo básico que contrasta con la intelectualidad estéril de Juan. Tomeo juega con la ambivalencia: ¿es Anita una depredadora o una mujer liberada? ¿Es Juan un cómplice o un prisionero? La obra no resuelve esta tensión, sino que la exacerba hasta el paroxismo, como en las escenas donde el lenguaje se vuelve tan cortante como un cuchillo de carnicero.

Fábula y crítica social

Con un humor negro característico, Tomeo emplea estructuras repetitivas y diálogos circulares para mostrar la incomunicación humana. La obra evoca a Beckett o Ionesco, pero con un sello propio: la sátira de las relaciones de género y la alienación urbana. El escenario —una habitación asfixiante— amplifica la sensación de trampa, sugiriendo que ambos personajes son prisioneros de sus propios instintos y convenciones sociales.

La agonía de Proserpina destaca en la narrativa de Tomeo por su condensación dramática y su potencia alegórica. Más que una adaptación del mito, es su deconstrucción: una fábula sobre la dominación, el deseo y la imposibilidad de conexión auténtica. Como en el resto de su obra, Tomeo no ofrece respuestas, sino un espejo deformante donde el lector enfrenta sus propias contradicciones.

Javier Tomeo y su obra

Javier Tomeo Estallo, nacido en Quicena (Huesca) el 9 de septiembre de 1932 fue un escritor y dramaturgo español cuya obra destacó por su originalidad, humor negro y exploración del absurdo existencial. Formado en Derecho y Criminología en la Universidad de Barcelona, comenzó su carrera literaria escribiendo novelas populares bajo pseudónimos como Frantz Keller antes de consolidarse como autor de culto en los años 80.

Su narrativa, minimalista y kafkiana, se caracterizó por personajes solitarios, diálogos circulares y situaciones cotidianas llevadas al extremo de lo grotesco. Obras como Amado monstruo (1984), El cazador de leones (1989), La agonía de Proserpina (1993) o La mirada de la muñeca hinchable (2003) reflejan su crítica a las convenciones sociales y su fascinación por la incomunicación humana.

Admirado por su capacidad para fusionar lo lírico con lo perturbador, Tomeo también adaptó algunas de sus obras al teatro.

Siendo como fue muy prolífico, destacamos entre su abundante producción, además de las ya reseñadas: El cazador (1967); El unicornio (1971); Diálogo en re mayor (1980); El discutido testamento de Gastón de Puyparlier (1990); Bestiario (2000) y las obras póstumas El fin de los dinosaurios (2014) y El hombre bicolor (2014).

 

Javier Tomeo falleció en Barcelona, el 22 de junio de 2013, a los 80 años de edad.

La agonía de Proserpina, de Javier Tomeo

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