Al pobre le faltan muchas cosas; al avaro, todas. Publio Siro.
Exordio
Decíamos en un artículo anterior que la envidia es uno de los pecados capitales, por lo tanto, de raíz, es mala. Y, exactamente lo mismo es aplicable a lo relacionado con a la avaricia, por lo que les emplazamos a la lectura dela anteriormente citado.
Sobre La avaricia
Es una reflexión sobre la naturaleza de la pobreza y la avaricia. A primera vista, parece una paradoja, pero en realidad revela una verdad psicológica y existencial.
La primera parte de la frase reconoce la realidad material de la pobreza: el pobre carece de muchos bienes y comodidades. Sin embargo, la segunda parte sugiere que la situación del avaro es aún peor. Aunque el avaro pueda tener riquezas materiales, su avaricia le impide disfrutar de ellas. Su obsesión por acumular y retener le priva del placer de usar y compartir lo que posee.
Esta sentencia nos invita a reflexionar: el pobre carece de bienes materiales, pero aún puede gozar de lo poco que tiene, de las relaciones humanas, de las experiencias simples de la vida. En cambio, el avaro, en su ansia insaciable por acumular, se niega a sí mismo incluso los placeres más básicos que su riqueza podría proporcionarle.
Publio Siro nos recuerda que la verdadera riqueza no está en la cantidad de posesiones, sino en la capacidad de apreciar y utilizar lo que tenemos. La avaricia es una forma de pobreza espiritual que eclipsa cualquier riqueza material. Es una advertencia contra la trampa de confundir el medio (el dinero) con el fin (una vida plena y satisfactoria).
Sobre Paulo Siro
El también conocido como Publilio Siro o Publilius Syrus, fue un escritor, dramaturgo y actor de la antigua Roma que vivió aproximadamente entre los años 85 a.C. y 43 a.C.
Nació en Nísibis, en la actual Turquía. Llegó a Italia como esclavo en su juventud, pero gracias a su talento logró ganarse el favor de su amo, quien lo liberó y le proporcionó educación.
Publio Siro destacó principalmente en el género teatral conocido como mimo, un tipo de representación cómica que incluía actuación, danza y música. Sus pantomimas, en las que él mismo actuaba, tuvieron gran éxito en las ciudades italianas. En el año 46 a.C., durante los juegos organizados por Julio César, Publio Siro demostró su talento como improvisador, ganando un premio al vencer a todos sus rivales, incluido el célebre Décimo Laberio.
.Su obra más conocida y la única que se conserva es una colección de Sentencias (Sententiae), una serie de máximas morales, como la que nos ocupa. Esta colección fue recopilada tempranamente y era conocida por Aulo Gelio en el siglo II. Contiene unos 700 versos auténticos, cada uno compuesto por una única máxima y ordenados alfabéticamente.
La obra de Publio Siro ha perdurado a lo largo de los siglos, siendo utilizada en la enseñanza y citada durante la baja romanidad y la época medieval. Su popularidad se revitalizó durante el Renacimiento, especialmente tras la publicación de una selección de sus sentencias por Erasmo de Róterdam en 1514.
Corolario
La palabra avaricia tiene su origen en el latín avaritia, que a su vez deriva de avarus (avaro). La raíz de estos términos se encuentra en el verbo latino avere, que significa desear, querer o anhelar, con un sutil matiz de ansia.
¿Alguna vez se han planteado cómo personajes actuales extremadamente ricos siguen cometiendo actos delictivos o, al menos inmorales, para ganar más y más? Exacto, eso es la avaricia, la gran avaricia, porque también la hay más menuda…