¿Se han dado cuenta de que ya ni siquiera la prensa es canallesca, como siempre lo fue? Es una pena porque ahora son algo mucho peor que canallas.
Canallesca. Significados
Obviamente, la canallesca es lo propio de la canalla o de un canalla. Y este es, según la RAE:
- Gente baja, ruin. Sinónimos: chusma, morralla, gentuza, patulea.
- Perrería (muchedumbre de perros).
- Persona despreciable y de malos procederes. Sinónimos: ruin, rastrero, sinvergüenza, miserable, bribón, mezquino, bandido, pillo, granuja, bergante, vil.
Origen e historia
Deriva del italiano canaglia, que originalmente hacía referencia a una jauría de perros (del latín canis, perro) y, por extensión, se usaba como insulto para designar a personas de baja condición o comportamiento ruin. Con el tiempo, en español, la palabra adquirió dos acepciones principales: una despectiva, para referirse a individuos despreciables o moralmente reprobables, y otra más coloquial y cariñosa, usada para dirigirse con afecto o humor a niños o personas traviesas. Esta última solo está consolidada en la actualidad en Cataluña y Levante.
En el pasado, canalla fue un término cargado de fuerza expresiva, utilizado tanto en literatura como en el lenguaje cotidiano para señalar a alguien vil o mezquino. Incluso llegó a aplicarse en contextos políticos y sociales, como el concepto de Estado canalla, que aludía a países que ponían en riesgo la paz mundial. Sin embargo, en las últimas décadas su uso ha disminuido. Esto podría deberse a varios factores: la evolución del lenguaje hacia términos más concretos o modernos para insultos (como desalmado o traidor), el cambio en los patrones de comunicación que privilegian lo políticamente correcto y la pérdida de relevancia cultural de expresiones que antes eran comunes.
Rescatando al canalla
No se asusten, no: aquí no vamos a rescatar al sujeto (ni cuando disfrute de su hábitat natural, la prisión) sino al concepto. Pero ¿debería rescatarse esta palabra? Sin duda, canalla tiene un encanto especial. Su sonoridad es contundente y su significado puede abarcar desde lo más mordaz hasta lo más afectuoso. En un mundo donde el lenguaje tiende a simplificarse y perder riqueza expresiva, recuperar términos como este aporta variedad y profundidad al habla cotidiana. Además, su uso cariñoso —como cuando se dice ¡Ven aquí, canalla! a un niño travieso— tiene un toque entrañable que no debería perderse.
Para rescatarla, sería necesario reintroducirla en contextos culturales relevantes: literatura contemporánea, cine, música o incluso campañas publicitarias que jueguen con su doble significado. También podría revitalizarse en redes sociales y medios digitales como una forma ingeniosa de describir comportamientos éticamente cuestionables sin recurrir a insultos más agresivos. Su versatilidad la hace ideal para adaptarse tanto al humor como a la crítica social. Y, claro está, la introducimos en el arca gloriosa de palabras dignas de ser rescatadas del olvido.