No nos matan por ser fascistas, nos llaman fascistas para matarnos. Santiago Abascal, líder de Vox, durante Europa Viva 25 en septiembre de 2025.
Incorporamos hoy en Citas notables una frase que, nacida hace apenas cuatro días, ha sido silenciada por los grandes (y subvencionados) medios pero no por la conciencia pública, donde circula con creciente intensidad
La frase condensa una estrategia discursiva que merece análisis: no es solo una denuncia, sino una inversión semántica que convierte la acusación en amenaza.
Desde el punto de vista retórico, la frase opera como antífrasis política: se niega la condición atribuida (ser fascista) y se denuncia el uso de esa etiqueta como justificación para la violencia. El giro es eficaz: transforma al acusado en víctima, y al acusador en verdugo simbólico. La frase no pretende matizar ni suavizar el conflicto ideológico, sino denunciar lo que el autor considera una estrategia de señalamiento que antecede a la violencia simbólica o física.
Etiqueta como arma. Contexto
La frase se inscribe en una narrativa que Vox ha consolidado y la realidad confirma: que el disenso patriótico es perseguido por un sistema que etiqueta, censura y deslegitima. En ese marco, el término fascista no se discute por su contenido histórico, sino por su uso como arma retórica.
Abascal no apela a la reconciliación ni al debate: apela a la resistencia. La frase no pretende convencer al adversario, sino cohesionar al grupo propio. Es una fórmula de autoafirmación identitaria, donde el insulto se convierte en medalla y la estigmatización en prueba de autenticidad.
Implicaciones éticas y simbólicas
Desde una perspectiva analítica, la frase plantea una tensión entre el uso histórico de términos ideológicos y su aplicación en el discurso contemporáneo. Al denunciar el etiquetado como mecanismo previo a la agresión, se pone en cuestión no solo la legitimidad del insulto, sino también el poder que tiene el lenguaje para construir enemigos simbólicos. La expresión no trivializa el concepto fascismo, sino que lo recontextualiza como herramienta de señalamiento, desplazando el foco del contenido doctrinal al efecto político de su uso.
En términos de eficacia comunicativa, Etiqueta como arma es una frase potente, breve, directa y emocionalmente cargada. En el contexto del asesinato de Charlie Kirk, adquiere una dimensión simbólica que refuerza su función: no como provocación gratuita, sino como advertencia sobre los riesgos del discurso estigmatizadora en la esfera pública.
Sobre Santiago Abascal
Santiago Abascal Conde (Bilbao, 1976) es uno de los políticos más reconocibles del panorama español contemporáneo. Licenciado en Sociología por la Universidad de Deusto, inició su carrera pública como concejal en Llodio a los 23 años y ha sido parlamentario vasco, director de la Agencia de Protección de Datos de Madrid y fundador de la Fundación DENAES.
Desde 2014 lidera Vox, partido que ha transformado el mapa político español al introducir una narrativa de soberanía, identidad y confrontación con el consenso tradicional. Abascal ha demostrado una capacidad notable para conectar con sectores sociales descontentos, articulando un discurso directo, emocional y coherente con sus principios.
Su estilo es combativo, pero también disciplinado. Ha sabido construir una marca política reconocible, con presencia internacional a través de la plataforma Patriotas por Europa, que preside desde 2024. En sus intervenciones, combina referencias históricas, apelaciones simbólicas y una retórica de resistencia que ha calado en amplios sectores.
Más allá de las polémicas, Abascal representa una figura de convicción: no ha moderado su discurso para agradar, ni ha renunciado a sus principios por cálculo electoral. En tiempos de ambigüedad política, esa coherencia solo puede percibirse como virtud.