¿Qué fue la guerra del Chaco?
El conflicto entre Bolivia y Paraguay por el Chaco Boreal —una región semiárida al norte del río Pilcomayo— se prolongó entre 1932 y 1935.
Aunque el conflicto estalló en el siglo XX, sus raíces se hunden en el siglo XIX, cuando ambos países emergieron como repúblicas independientes sin fronteras claramente delimitadas.
Bolivia, tras perder su salida al mar en la guerra del Pacífico (1879–1884), buscaba acceso fluvial al Atlántico a través del río Paraguay. Paraguay, sin embargo, consideraba el Chaco parte de su territorio desde la época colonial y había resistido múltiples intentos de ocupación, incluso durante la guerra de la Triple Alianza (1864–1870), que dejó al país devastado pero firme en su reclamo sobre el Chaco.
Guerra del Chaco: petróleo y fracaso
A comienzos del siglo XX, informes geológicos —algunos promovidos por intereses estadounidenses— sugirieron la existencia de petróleo en el subsuelo chaqueño. Esta expectativa exacerbó la tensión entre Bolivia y Paraguay, países pobres, con gobiernos débiles y economías dependientes.
Las negociaciones diplomáticas fracasaron y la ocupación de fortines fronterizos por parte de ambos ejércitos fue escalando hasta que, en septiembre de 1932, Bolivia atacó el fortín paraguayo Carlos Antonio López. Paraguay respondió con firmeza, y la guerra quedó desatada.
Guerra de desgaste en tierra hostil
El teatro de operaciones fue implacable: clima extremo, escasez de agua, enfermedades tropicales y una geografía inhóspita.
Bolivia, con mayor población y mejor armamento, movilizó cerca de 250.000 hombres; Paraguay, con menos recursos pero mejor conocimiento del terreno, movilizó unos 150.000. La guerra se convirtió en una serie de ofensivas fallidas por parte de Bolivia, que sufrió derrotas estratégicas y crisis políticas internas. Paraguay, bajo el mando de José Félix Estigarribia, logró resistir y avanzar, ocupando gran parte del territorio disputado. Las bajas fueron devastadoras: más de 100.000 muertos y heridos entre ambos bandos, además de miles de prisioneros y desertores.
Guerra del Chaco. Desenlace y reparto
En junio de 1935 se acordó el cese de hostilidades, presionado por mediadores internacionales, especialmente Argentina y Estados Unidos. El tratado definitivo se firmó en Buenos Aires en 1938: Paraguay obtuvo aproximadamente el 75 % del Chaco Boreal, consolidando su dominio sobre la región. Bolivia, aunque derrotada, mantuvo una pequeña franja y aceptó la pérdida sin mayores represalias. El conflicto dejó a ambos países exhaustos, con economías colapsadas y generaciones marcadas por el trauma.
Memoria, silencio y olvidos
La guerra del Chaco fue la mayor contienda militar en Sudamérica durante el siglo XX, pero permanece en los márgenes de la memoria continental.
Fue una guerra entre pueblos pobres, movilizados por promesas de riqueza que nunca llegaron. El petróleo, finalmente, no apareció en cantidades significativas. Lo que sí quedó fue una lección amarga sobre los límites del nacionalismo, la fragilidad de las fronteras heredadas y el costo humano de las ambiciones geopolíticas.
En Paraguay, la victoria reforzó el mito de la resistencia; en Bolivia, la derrota alimentó una narrativa de victimismo que aún resuena. En ambos casos, la guerra del Chaco sigue siendo una herida silenciosa, apenas recordada, pero reveladora.