El 13 de septiembre de 1505, las tropas del Reino de Castilla, bajo el reinado consorte de Fernando el Católico, desembarcaron en la costa norteafricana para tomar la estratégica plaza de Mazalquivir (actual Mers el-Kebir, Argelia), en una operación que marcaría el inicio de una serie de conquistas en Berbería.
Jornada de Mazalquivir. Contexto
Tras la culminación de la Reconquista con la toma de Granada (1492) y la posterior conversión forzosa o expulsión de los musulmanes no bautizados, España se enfrentaba a un nuevo desafío: la amenaza corsaria desde el norte de África. Las incursiones berberiscas, apoyadas por potencias islámicas, asolaban las costas españolas y ponían en peligro la seguridad del Mediterráneo occidental.
El cardenal Cisneros, figura clave en la política y espiritualidad del momento, impulsó la idea de extender la cruzada más allá del Estrecho. Su visión no era solo militar, sino también religiosa y civilizadora.
Circunstancias y preparación
Con el beneplácito del rey Fernando, se organizó una expedición sin precedentes. Desde Málaga zarparon 170 navíos de vela, transportando a más de 7.000 hombres entre soldados, marinos y auxiliares. El mando naval recayó en Ramón de Cardona, mientras que el ejército de tierra fue dirigido por Diego Fernández de Córdoba, veterano de las campañas italianas.
Mazalquivir, antiguo Portus Magnus romano, era un refugio natural para corsarios y un enclave clave para futuras operaciones sobre Orán. Su conquista era tanto un objetivo estratégico como simbólico.
Desarrollo de la campaña
La operación fue ejecutada con precisión y determinación. Las tropas españolas desembarcaron con rapidez, estableciendo posiciones y sitiando la plaza. La superioridad táctica, el uso coordinado de artillería y la disciplina del ejército permitieron que, en cuestión de días, Mazalquivir cayera en manos españolas.
La victoria fue limpia, eficaz y con escasas bajas, lo que demuestra la preparación y el temple de los mandos y soldados. La bandera castellana ondeó en la fortaleza y se estableció una guarnición permanente.
Fin de la jornada
La toma de Mazalquivir no fue un hecho aislado, sino el primer paso de una política de expansión y defensa en el norte de África. En los años siguientes, se conquistarían otras plazas como Orán (1509), Bugía y Trípoli, consolidando la presencia española en la región.
Consecuencias
- Militarmente, se aseguró un puerto clave para futuras campañas y se redujo la amenaza corsaria.
- Políticamente, se reforzó la imagen de Fernando el Católico como defensor de la cristiandad.
- Espiritualmente, se interpretó como una cruzada moderna, con el cardenal Cisneros como figura inspiradora.
- Históricamente, la jornada marcó el inicio del imperio africano español, que perduraría durante siglos.
Jornada de Mazalquivir. Gesta de acero y fe
La Jornada de Mazalquivir fue más que una conquista: fue una afirmación del poder naval y militar de España, una muestra de su capacidad logística y una expresión de su voluntad de proteger sus costas y extender su influencia. El ejército español, curtido en mil batallas, demostró una vez más que su fuerza no residía solo en las armas, sino en la convicción de su causa.