La ‘ministra’ fontanera

junio 3, 2025

Ah, no… Que, aunque la conoce toda la cúspide del albañal del PSOE, resulta que no está en nómina y que actúa por su cuenta. ¿Nos lo creemos también, oclócratas de la basura?

La individua

Leire Díez, la ministra fontanera del PSOE, es uno de esos personajes dignos de una serie negra, pero con argumentos de vodevil y diálogos de saldo.

Periodista de formación (quizá tanto como economista el número 1) y militante de base según Pachi, Alegría y el argumentario oficial, su currículo es, por supuesto, una sucesión de cargos de confianza, poltronas en empresas públicas y maniobras de fontanería política dignas de una novela de Galdós pasada por la batidora de la actualidad española.

Si algo define a esta ministra socialista de la fontanería del albañal es su capacidad para estar en todas partes y en ninguna: de concejala y teniente de alcalde en Vega de Pas (Cantabria) —donde el exalcalde la acusa de haberle robado las elecciones en 2011 con prácticas sucias y barriobajeras y manipulación del voto por correo, aunque nunca se probó judicialmente—, a responsable de comunicación en ENUSA, directora de Filatelia en Correos y consejera en una tecnológica navarra recién regada con ayudas públicas. Todo ello sin experiencia previa en el sector, pero con una habilidad innata para el trasiego institucional y el cambio de chaqueta, según sople el viento de Ferraz.

Lo que es incuestionable es lo bien que tratan en el PSOE a los militantes de base

Su leyenda

Se ha forjado a golpe de grabaciones, filtraciones y presuntos apaños: reuniones con empresarios y abogados en las que ofrecía pactos con la Fiscalía a cambio de información comprometedora sobre la UCO de la Guardia Civil. Según los audios publicados, no le tembló el pulso para urdir operaciones de desgaste contra altos mandos policiales, fiscales y hasta periodistas, guardando trapos sucios de seis años en copias de seguridad en el extranjero, por si había que pedir asilo en Taiwán. Todo un prodigio de previsión, aunque poco compatible con la ética pública ni con la honradez.

¿Puede alguien pensar que la ministra fontanera es tan lista y generosa que todo lo hace por sí misma? Más bien parece la reina del apaño, la campeona del yo obedezco, siempre con el móvil caliente y la agenda llena de contactos útiles para el siguiente enredo. Sus meteduras de pata verbales y fácticas van desde la torpeza de dejarse grabar ofreciendo acuerdos inconfesables, hasta el error de pensar que el PSOE iba a cubrirle las espaldas cuando la cosa se puso fea: el partido la ha dejado caer como a una colilla, abriéndole expediente informativo y amenazando con la expulsión para salvar la cara. Aunque, claro, por detrás del telón harán otras cosas a modo de mayor recompensa.

La capacidad de la ministra fontanera

Su zafiedad en las formas salta a la vista inmediatamente y es que no sé si puede haber genta tan chabacana y ordinaria como esta sujeta (fuera del PSOE quiero decir). ¿Tiene capacidad para asumir un cargo? Si por capacidad entendemos la habilidad para sobrevivir a base de maniobras, filtraciones y el arte de la supervivencia en el ecosistema socialista, pocos la superan. Si hablamos de ética, transparencia, vocación de servicio (no de autoservicio) y altura de miras, la cosa cambia: su historial de prácticas sucias, pactos de pasillo y gestión opaca la sitúan más cerca de la oclocracia —el gobierno de los peores, según los griegos— que de la meritocracia.

Como curiosidad, su paso por la política local dejó un reguero de enemistades y sospechas y su salto a la esfera nacional la ha convertido en protagonista de uno de los culebrones más bochornosos del PSOE en los últimos años. En resumen: es el retrato de una fontanera socialista que, lejos de arreglar fugas, parece empeñada en abrir goteras allá por donde pasa.

Pero nada, que son bulos de la ultraderecha… ¡Farsantes, oclócratas!

 

NOTA. La imagen de la fontanera procede y se ha extraído de El Español

Leire Díez, fontanera

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