¿Por qué se llama Lanzarote? Este nombre encierra una historia donde la tradición oral, la exploración medieval y la evolución lingüística convergen.
Aunque hoy se asocia con una isla volcánica de paisajes lunares y turismo internacional, su denominación remite a un momento preciso de la historia europea: la expansión atlántica previa a la conquista de América.
Lanzarote. Leyenda y crónica
La hipótesis más aceptada vincula el nombre con el navegante genovés Lancelotto Malocello, quien habría arribado a la isla en torno a 1336. Su presencia está documentada en crónicas como Le Canarien, redactada por los normandos Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle, conquistadores de las islas Canarias a comienzos del siglo XV.
En estas fuentes, se menciona que la isla ya se conocía como Lanzarote o Lançarote, derivación fonética del nombre del navegante italiano.
Lancelotto Malocello: presencia y legado
Malocello no fue un conquistador en sentido estricto, sino un explorador que, según algunas fuentes, permaneció en la isla durante casi dos décadas. Su llegada se inscribe en el contexto de las rutas comerciales genovesas y en la búsqueda de nuevas tierras más allá del estrecho de Gibraltar.
Aunque su figura ha sido objeto de idealización, su impacto toponímico es innegable: la isla pasó a ser conocida por su nombre, en una práctica común en la cartografía medieval, donde los descubridores bautizaban los territorios con sus propios nombres o los de sus mecenas.
La evolución del nombre desde Lancelotto a Lanzarote responde a fenómenos fonéticos propios del castellano medieval, que tiende a simplificar grupos consonánticos y adaptar nombres extranjeros a su sistema fonológico. Así, Lancelotto se transforma en Lanzarote, con pérdida de la sílaba intermedia y adaptación del sufijo.
La toponimia indígena: Tyteroygatra
Antes de la llegada de Malocello, la isla era habitada por los majos, pueblo bereber que formaba parte del conjunto de culturas indígenas canarias. En su lengua, la isla era conocida como Tyteroygatra, término que ha sido interpretado como la tierra del sur o la tierra del ocaso, aunque su significado exacto sigue siendo objeto de debate entre los especialistas en lengua amazigh.
Este nombre aparece en fuentes posteriores a la conquista normanda y su uso lo desplazó el topónimo europeo. No obstante, su conservación en la historiografía y en la toponimia menor (calles, instituciones) refleja un esfuerzo por recuperar la memoria indígena, muchas veces silenciada por la narrativa colonial.
Hipótesis alternativas
A lo largo del tiempo han surgido otras explicaciones para el nombre Lanzarote, algunas más legendarias que históricas. Se ha sugerido, por ejemplo, que proviene de la expresión francesa lance l’eau (lanza el agua), pronunciada por marinos al avistar la isla.
Otra versión afirma que el conquistador Jean de Béthencourt rompió su lanza en señal de conquista, dando origen al nombre. Estas hipótesis carecen de respaldo documental y no responden a una investigación filológica seria. Se deben más a la necesidad de dotar al nombre de una narrativa épica.
El nombre como síntesis histórica
El topónimo refleja la transición entre una cultura indígena y la expansión europea, entre la oralidad bereber y la escritura latina. La permanencia del nombre Lanzarote desde el siglo XIV hasta hoy da cuenta de la fuerza de la cartografía como herramienta de dominación y de la persistencia de ciertos relatos fundacionales.
En la actualidad, el nombre convive con una identidad insular que reivindica tanto su pasado indígena como su papel en la historia atlántica. La recuperación de Tyteroygatra en ámbitos culturales y educativos es parte de ese proceso.