Las llamadas lenguas de oïl son un conjunto de dialectos romances que florecieron en el norte de Francia desde la Alta Edad Media.
De ellas deriva el francés moderno, y su evolución refleja el proceso de centralización lingüística que acompañó la formación del Estado francés. Lejos de ser una lengua única, el término designa una familia dialectal diversa, marcada por la tensión entre pluralidad regional y hegemonía estatal.
Lenguas de oïl. El nombre
La expresión lenguas de oïl proviene de la forma antigua de decir sí en el norte de Francia: oïl, que más tarde evolucionó en oui. Esta denominación contrasta con las lenguas de oc, habladas en el sur, donde sí se decía oc.
La distinción fue popularizada por Dante Alighieri en el siglo XIII, quien clasificó las lenguas romances según esta palabra clave, otorgándoles una identidad lingüística basada en un gesto afirmativo.
Etimológicamente, oïl deriva del latín hoc ille (esto él), una fórmula que evolucionó fonéticamente en el norte galorromano. Su uso como marcador lingüístico revela cómo una palabra funcional puede convertirse en símbolo de pertenencia territorial y cultural.
Diversidad dialectal y ámbito geográfico
Las lenguas de oïl se desarrollaron a partir del latín vulgar en la Galia septentrional, influenciadas por el sustrato celta y las lenguas germánicas de los francos. Desde el siglo IX, se consolidaron como un conjunto de dialectos galorromances, entre los que destacan el picardo, el normando, el champañés, el borgoñón, el galó, el valón y el franciano. Este último, hablado en la región de Île-de-France, se convirtió en la base del francés estándar.
Históricamente, estas lenguas se hablaban en la mitad norte de Francia, el sur de Bélgica (zona valona), el oeste de Suiza y las islas anglonormandas (Guernsey, Jersey). Con la expansión del francés como lengua oficial y administrativa, muchos de estos dialectos se desplazaron o absorbieron, especialmente a partir del siglo XVII. Sin embargo, algunos sobreviven como lenguas regionales, con reconocimiento limitado y uso minoritario.
Usos históricos y literarios
Durante la Edad Media, las lenguas de oïl fueron vehículo de una rica producción literaria. El francés antiguo, derivado de estos dialectos, fue la lengua de los cantares de gesta, como el Cantar de Roldán y de la poesía cortesana. También fue lengua diplomática en Europa durante siglos, antes de ser desplazada por el inglés en el siglo XX.
En el ámbito jurídico y administrativo, el francés basado en el dialecto franciano se impuso como lengua oficial con la Ordenanza de Villers-Cotterêts (1539), que obligó a redactar los documentos legales en francés en lugar de latín. Este hecho marcó el inicio de la hegemonía del francés estándar sobre las demás lenguas de oïl, que pasaron a ser consideradas dialectos subordinados o patois.
Curiosidades lingüísticas
Oïl no se pronunciaba como oil en inglés, sino aproximadamente como [ɔjl], con una evolución fonética que llevó al moderno oui. El cambio refleja la simplificación vocálica y la influencia del dialecto parisino, que se convirtió en norma por razones políticas y administrativas más que lingüísticas.
Además, el término lenguas de oïl se reivindica por movimientos regionalistas que buscan preservar los dialectos locales frente a la uniformización lingüística. En el Atlas de lenguas regionales de Francia (CNRS, 2020), se reconocen múltiples variedades de oïl como parte del patrimonio lingüístico francés. El normando, por ejemplo, se conserva en las Islas del Canal y en algunas zonas rurales de Normandía. El picardo y el galó también mantienen presencia en contextos culturales y literarios, aunque su uso cotidiano ha disminuido.
¿Lengua o lenguas de oïl?
Hablar de la lengua de oïl inducir a pensar en una lengua única, cuando se trata de una familia dialectal. Por eso, conviene usar el plural: las lenguas de oïl. El francés moderno es una evolución del dialecto franciano, pero no agota la riqueza de esta matriz lingüística. La sinécdoque puede ser útil en ciertos contextos literarios, pero invisibiliza la diversidad que caracteriza a esta tradición.




