Exordio
El lenguaje, como herramienta viva y en constante evolución, refleja las dinámicas sociales, culturales y políticas de cada época. Sin embargo, su uso puede generar debates sobre justicia, equidad y precisión. Un ejemplo que en hablarydecir creemos muy interesante es la distinción entre los términos lesbiana y homosexual. Mientras que el primero se utiliza para referirse a mujeres que sienten atracción por otras mujeres, el segundo se presenta como un término genérico que abarca tanto a hombres como a mujeres homosexuales. Pero ¿es esto realmente justo? ¿Por qué las mujeres tienen una denominación específica mientras que los hombres deben conformarse con el término genérico? Y, además, ¿por qué no se acepta socialmente un término masculino equivalente como maricón? ¿Por qué los hombres homosexuales se avergüenzan del término marica o maricón y, en cambio, las mujeres homosexuales se identifican plenamente como lesbianas? Reflexionemos.
Lesbiana. El peso del lenguaje y la especificidad
El término homosexual es neutro en cuanto al género. Se refiere a cualquier persona cuya orientación sexual está dirigida hacia individuos de su mismo sexo. Sin embargo, en el uso cotidiano, ha adquirido una connotación predominantemente masculina. Esto ha llevado a que las mujeres homosexuales sean identificadas con un término propio: lesbiana, en honor a la isla de Lesbos y a la poetisa Safo. Aunque esta especificidad puede parecer un reconocimiento cultural e histórico positivo, también plantea una cuestión de desigualdad lingüística.
¿Por qué los hombres homosexuales no cuentan con un término específico equivalente que sea aceptado socialmente? Si bien existen palabras como gay, esta no tiene la profundidad ni la raigambre ni la carga histórica y cultural que lesbiana. Y términos como maricón, aunque ampliamente utilizados en contextos informales o despectivos, no son socialmente aceptados como una forma neutral o respetuosa de referirse a los hombres homosexuales. Así, mientras las mujeres homosexuales tienen una identidad lingüística específica y culturalmente validada, los hombres quedan relegados al uso del término genérico o a términos peyorativos o importados.
Hacia un lenguaje más equitativo: lesbiana, homosexual
El lenguaje tiene el poder de construir realidades. Por eso, es importante reflexionar sobre cómo utilizamos los términos relacionados con las orientaciones sexuales y qué implicaciones tienen estas elecciones lingüísticas. Si bien el término homosexual es inclusivo por definición, su uso predominantemente masculino refuerza estereotipos y desigualdades.
Quizás sea momento de cuestionar por qué algunos términos específicos son validados mientras otros permanecen marginados o cargados de connotaciones negativas. ¿Por qué no trabajar hacia una resignificación positiva de términos masculinos específicos? ¿O por qué no insistir en que homosexual sea verdaderamente neutro y utilizado en igualdad para ambos géneros? ¿O por qué no usar vocablos con carga histórica y no peyorativa como aquileano u homófilo?
De momento, En la actualidad, aunque marica y su aumentativo han sido históricamente peyorativos, algunos movimientos sociales están resignificándolos. Por ejemplo, colectivos LGTB de Bolivia han adoptado la palabra marica como término reivindicativo y político.