Texto íntegro de Locura de amor
Microrrelato de Isabel Cienfuegos
Él había perdido la cabeza. Ella le entregó el corazón. Y paseaban como tantos otros. Él, incómodo con aquella víscera sangrante en las manos. Ella, ansiosa, pretendiendo adivinar su futuro en la inútil esfera degollada.
Sobre Locura de amor
En Locura de amor, Isabel Cienfuegos condensa una escena de pareja que se desliza hacia lo grotesco. Lo que podría leerse como una metáfora romántica se transforma, línea a línea, en una imagen inquietante. Pasean como tantos otros, pero él carga una víscera sangrante y ella intenta leer el futuro en una cabeza degollada.
La fuerza del texto reside en su capacidad para desestabilizar el lenguaje amoroso. Cienfuegos subvierte los tópicos del romanticismo —la entrega, la fusión, el destino— y los convierte en materia orgánica, incómoda, casi clínica. El corazón ya no es símbolo, es carne. La cabeza no es conciencia, es objeto. El paseo, que en otros relatos podría ser escena de ternura, aquí es desfile de una relación desfigurada.
No busca explicar ni narrar: la potencia está en la imagen, en la tensión entre lo que se dice y lo que se sugiere. El lector queda atrapado en esa ambigüedad, obligado a reconstruir el vínculo desde el desgarro.
Isabel Cienfuegos. Semblanza
Nació en Madrid en 1954 y ha cultivado el microrrelato como espacio de exploración emocional y simbólica. Su formación médica —especialista en neumología— atraviesa su escritura con una sensibilidad hacia lo corporal, lo invisible y lo vulnerable. No escribe con exuberancia, sino con contención: cada palabra parece elegida para no decir más de lo necesario.
Su primer libro, Mañana los amores serán rocas, publicado por Cuadernos del Vigía en 2012, reúne textos que oscilan entre lo íntimo y lo inquietante. Cienfuegos no narra historias completas: propone escenas, gestos, fracturas. Sus personajes no se explican, se intuyen. La autora confía en el lector como cómplice activo, capaz de completar lo que el texto apenas insinúa.
Ha participado en talleres literarios con Clara Obligado y ha publicado en revistas como Luvina y Magyar Napló, donde su voz ha sido reconocida por su precisión y su capacidad para construir atmósferas densas con mínimos recursos. También ha coeditado la antología Esas que también soy yo, donde se reivindica la escritura femenina desde la diversidad de registros.
Cienfuegos escribe como quien ausculta: escucha el silencio, detecta la grieta y la convierte en relato. Su obra no busca el impacto fácil, sino la resonancia. En un panorama literario saturado de ruido, su voz susurra desde el borde —y ese susurro, cuando se afina, es más punzante que cualquier grito.
¡Bienvenida a nuestros Microrrelatos, Isabel Cienfuegos!
NOTA. La fotografía que ilustra esta entrada ha sido extraída de la Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras, a la que pertenece.