Por condición, formación y creencia, en hablarydecir intentamos siempre cumplir los diez mandamientos, los de verdad, los de las tablas de la ley de Moisés. Sin embargo, hay más que también intentamos llevar a efecto. Son los otros mandamientos, los que nos harán pasar por la vida con menos carencias morales, espirituales e intelectuales.
Los otros mandamientos
No nos iremos por las ramas ni por los cerros de Úbeda. Este es el decálogo:
- Reír. Mientras se ríe no hay tristeza.
- Cantar. Quien canta, su mal espanta.
- Bailar. Aunque sea en solitario.
- Jugar. No hay edad ni etario para dejar de hacerlo.
- Practicar sexo sana y responsablemente. No como Errejón o Monedero, cuidado, que eso se llama de otra forma.
- Tener ilusiones y proyectos. No hay enfermedad ni edad que vaya a impedirlo.
- Estar integrado socialmente. Para esto hay que querer (y saber) hacerlo en grupos heterogéneos.
- Disfrutar y aprender de la cultura y de las artes. O, dicho de otro modo, tener una mínima curiosidad intelectual.
- Respetar, cuidar y disfrutar de la naturaleza. Sin obsesiones climáticas ni otras igualmente peregrinas.
- Cuidar el cuerpo y el espíritu. El definitivo, sin este los demás carecen de sentido.
Mandamientos. Objetivos
¡La felicidad! La palabra en sí es bonita pero ¿qué es?, ¿cómo llegamos a ella?, ¿puede ser permanente? Muchas cuestiones abiertas, pero no es este el lugar para responderlas. Proponemos este decálogo porque creemos firmemente en él. Poco a poco, marcando objetivos realistas llegaremos a contemplar la vida, la nuestra pero no solo la nuestra, de otra forma, más límpida y mucho más reconfortante.
El undécimo mandamiento
Recalcamos, undécimo, que a nadie se le ocurra decir onceavo porque eso conlleva pena de una larga temporada en prisión para estudiar con claridad la terminología de los ordinales.
Pues el undécimo mandamiento no es de obligatorio cumplimiento pero les aseguro que nos vendría muy bien. Por supuesto que no vamos a decir que con leer hablarydecir ya hemos cumplido con el octavo mandamiento, no, pero sí decimos que leerlo y divulgarlo sería de gran utilidad para la supervivencia del lugar (nos negamos a usar ningún término de otras lenguas). Muchas gracias: sabemos que lo hacen.
NOTA: Agradecemos a P.V. su colaboración en la confección del decálogo en el que se fundamenta este artículo.