Quizá ya lo sabía pero el origen del vibrador y su relación con la histeria femenina tiene fundamentos históricos.
Durante el siglo XIX, la histeria era un diagnóstico médico que se aplicaba a una gama de síntomas emocionales y físicos en mujeres, como ansiedad y cambios de humor. Los médicos trataban estos síntomas mediante masaje pélvico, que buscaba inducir un paroxismo histérico, es decir, un orgasmo, considerado en ese tiempo como una forma de tratamiento.
El médico británico Joseph Mortimer Granville desarrolló el primer dispositivo eléctrico para este propósito en 1880, el Granville’s Hammer. Este aparato servía para facilitar el tratamiento manual que resultaba agotador para los médicos. Con el tiempo, los vibradores se popularizaron y se utilizaron no solo en consultorios médicos, sino también en el hogar como una herramienta para aliviar el estrés y la tensión, alejándose del uso exclusivo en contextos médicos.
Así, lo que fueron herramientas curativas, se convirtieron en juguetes sexuales. La idea de que las mujeres acudían a consultas médicas para recibir tratamientos con vibradores es cierta, pero la interpretación y el contexto evolucionaron considerablemente.
Por tanto, el paroxismo histérico no era una enfermedad sino un término para referirse al orgasmo femenino en el contexto del diagnóstico y tratamiento de la histeria femenina.