¿Para qué sirve el pliegue semilunar del ojo?
En el rincón más interno del ojo humano, justo al lado de la carúncula lagrimal, se encuentra una estructura discreta pero singular y significativa: el pliegue semilunar o plica semilunaris.
Aunque a simple vista puede parecer irrelevante, este pequeño pliegue de la conjuntiva bulbar tiene una historia evolutiva y una función anatómica que merecen atención.
Vestigio evolutivo: la sombra del tercer párpado
El pliegue semilunar es el remanente de la membrana nictitante, también conocida como el tercer párpado. Esta membrana es común en aves, reptiles y algunos mamíferos primitivos y sirve para proteger el ojo sin perder visibilidad.
En humanos, esta estructura ha quedado reducida a un pliegue vestigial, sin función protectora activa, pero con utilidad biomecánica.
Pliegue semilunar. Movilidad y drenaje
Aunque no actúa como un párpado funcional, el pliegue semilunar cumple dos funciones importantes:
- Facilita el movimiento del globo ocular. Al no estar adherido directamente al ojo, permite una mayor rotación sin que la conjuntiva se tense o limite el giro.
- Contribuye al drenaje lagrimal. Durante el parpadeo y el movimiento ocular, ayuda a canalizar las lágrimas hacia el saco lagrimal, favoreciendo la limpieza y lubricación del ojo.
Sin esta estructura, la conjuntiva se uniría directamente al globo ocular, lo que restringiría la movilidad y dificultaría el drenaje natural.
Patologías asociadas
Aunque no suele ser protagonista de enfermedades, el pliegue semilunar puede verse afectado por condiciones que comprometen la conjuntiva:
- Conjuntivitis bacteriana o vírica
- Reacciones alérgicas o traumáticas
- Tumores conjuntivales (melanocíticos, epiteliales, linfoides, etc.)
En estos casos, puede inflamarse, enrojecerse o generar molestias, aunque rara vez es el foco principal del diagnóstico.
Pliegue semilunar. Curiosidades
- En algunos primates como el arctocebus calabarensis, la membrana nictitante aún funciona como un tercer párpado activo.
- Los músculos asociados al pliegue en humanos son vestigiales, es decir, están presentes pero no tienen función significativa.
- Su presencia es una muestra de cómo la evolución conserva estructuras que, aunque ya no cumplen su función original, se adaptan a nuevas necesidades.