¿Existe el politiqués?
Todo depende del punto de vista. Si consultamos al diccionario oficial de la RAE concluiremos que no existe. Si ponemos algún telediario de cualquier televisión, pública o privada, nos daremos cuenta de que sí, el politiqués existe.
Excepcionalmente, vamos a rescatar a una palabra que oficialmente no existe pero que se maneja frecuentemente en lo cotidiano y que todo el mundo entiende. La ponemos en esta sección porque la pretensión es que se oficialice, que parafraseando a Adolfo Suárez se eleve a la categoría de formal en el diccionario lo que a nivel de calle es simplemente normal.
Politiqués. Jerga
Politiqués es un término propio de la jerga política, del lenguaje especializado y extraño que utilizan ciertas personas relacionadas con la política. Este lenguaje incluye neologismos, términos técnicos y un estilo de comunicación que puede ser difícil de entender para el público, con lo que se cumple el objetivo. Frecuentemente, el politiqués se refiere a la nueva significación que dan a palabras preexistentes, cambiando su sentido por otro más exagerado, positivo o negativo, según interese.
Es decir, es una jerga. Pero ¿qué significa jerga? Un lenguaje especial y no formal que usan entre sí los individuos de ciertas profesiones y oficios. Son sinónimos: argot, germanía, jerigonza, caliche, terminología, léxico, vocabulario. Pero también es un lenguaje especial utilizado originalmente con propósitos crípticos por determinados grupos, que a veces se extiende al uso general; por ejemplo, la jerga de los maleantes.
Es una forma de lenguaje que puede ser utilizada para presentar ideas y políticas de una manera más favorable o para enmascarar la complejidad de ciertos temas. Es decir, el politiqués implica engaño, fraude y manipulación. Y lo sabemos y lo tragamos. Aunque no todos, gracias a Dios.
Politiqués. Consecuencias
Hay una máxima que nos viene muy bien al respecto: Si me engañas una vez, la culpa es tuya; si me engañas dos, es mía, de dudosa autoría (desde Anaxágoras a Eleanor Roosevelt o a Nicholas Sparks). En cualquier caso deberíamos tenerla muy en cuenta porque nos mienten sin embozo y nos dejamos.