¿Para qué sirve contestar a un saludo?
Es un acto mínimo de respeto que sostiene la dignidad mutua. Ignorar un saludo —salvo en casos extremos— es una forma de desprecio y el desprecio es violencia simbólica.
¿Por qué responder a un saludo?
Responder a un saludo es una obligación moral básica en toda sociedad civilizada. No hacerlo es una falta de educación, una agresión silenciosa y una forma de deshumanizar al otro.
Argumentos
- Reconocimiento del otro. Saludar y responder al saludo es el primer paso para reconocer la existencia del otro como sujeto digno. Negarse a hacerlo es negar esa dignidad.
- Norma social universal. En todas las culturas, el saludo es una convención que permite iniciar la interacción sin conflicto. Romper esa convención genera tensión innecesaria.
- Indicador de civismo. Quien responde a un saludo demuestra que entiende las reglas básicas de convivencia. Quien no lo hace, se excluye voluntariamente del pacto social.
- Impacto emocional. Ignorar un saludo puede humillar, herir o incomodar. Es una forma pasiva de ejercer poder o superioridad y por tanto, una forma de violencia relacional.
Un ejemplo
Imagine que cada mañana sube al autobús y, por cortesía, saluda al conductor con un buenos días. Sin embargo, él nunca responde. Ni una mirada, ni un gesto, ni una palabra. Día tras día, ese silencio se convierte en norma.
Con el tiempo, el pasajero deja de saludar. No por descortesía, sino por desgaste. Y lo más curioso: cuando sube a otro autobús con un chófer distinto, ya no saluda tampoco. No sabe si él responderá o no, pero la predisposición ha cambiado. El hábito de saludar se ha erosionado por la repetida falta de reciprocidad.
¿Y si alguien no responde?
No responder a un saludo es una forma de violencia. No física, pero sí moral. Es el gesto mínimo que revela el desprecio máximo.
Es una humillación silenciosa, una bofetada sin manos. En sociedades civilizadas, el saludo no es cortesía: es contrato. Romperlo es romper el pacto de respeto mutuo.
Ignorar un saludo no hace fuerte a nadie, sino pequeño. Es el lenguaje de los arrogantes, de los inseguros y también de los que creen que el silencio los eleva. Pero el silencio, cuando se usa para herir, no es noble: es cobarde.
Responder no cuesta nada. No responder lo cuesta todo.
Responder a un saludo. Reflexión
Este pequeño gesto —contestar a un saludo— tiene un impacto social mucho mayor de lo que parece. Cuando se ignora, no solo se rompe una interacción puntual, sino que se siembra una actitud defensiva que puede extenderse a otros contextos y personas.