La palabra rol tiene un uso extendido en el español contemporáneo, pero su presencia en el idioma plantea cuestiones sobre la necesidad real de su adopción frente a alternativas más tradicionales y propias de nuestra lengua, como papel o función. Y es por esa razón por lo que planteamos esta duda razonable (o no):
¿De dónde procede el rol?
Su origen se remonta al francés rôle, derivado del latín rotulus, que hacía referencia a rollos o listas. Con el tiempo, adquirió el significado de papel o función, especialmente en contextos teatrales y sociales. En español, se utiliza para describir funciones sociales, profesionales o culturales, así como en ámbitos lúdicos como los juegos de rol.
¿Es necesario un rol en español?
No. Es un término totalmente innecesario en español. ¿Por qué? Porque tenemos una palabra perfectamente válida, precisa y rica en matices: papel. Decir que alguien desempeña un papel en la sociedad o en una obra teatral es no solo correcto, sino también más natural y elegante dentro del marco de nuestro idioma. La adopción de rol responde, en gran medida, a una influencia directa del inglés (role), lo que ha llevado a que su uso se extienda incluso en contextos donde no aporta nada nuevo ni mejora la comunicación.
El problema con rol no es tanto su significado (que es claro y entendible) sino lo que representa: una tendencia innecesaria hacia el calco lingüístico y la simplificación superficial. Muchos hablantes recurren a rol porque suena más moderno o técnico, cuando en realidad están desplazando una palabra que ya cumple perfectamente con la misma función. Esto no solo empobrece el idioma al relegar términos tradicionales como papel o función, sino que también refleja una actitud acrítica hacia los préstamos lingüísticos.
¿Por qué los papanatas prefieren usar rol? La respuesta es sencilla: por pedantería lingüística y por un deseo de aparentar sofisticación. En muchos casos, quienes utilizan rol lo hacen porque les parece más cosmopolita o profesional, sin detenerse a pensar si realmente están aportando claridad o precisión al mensaje. Es un ejemplo clásico de cómo ciertos términos importados se adoptan sin reflexión crítica, simplemente porque están de moda o porque evocan asociaciones positivas con otros idiomas (en este caso, el inglés).
Sí, es prescindible
En definitiva, el uso de rol es prescindible y contraproducente. No solo desplaza palabras como papel o función, que son más propias del español y tienen una larga tradición en nuestra lengua, sino que también fomenta una dependencia innecesaria hacia extranjerismos que no enriquecen realmente el idioma.
Si queremos preservar la riqueza del español y evitar su banalización por modas pasajeras, deberíamos apostar por términos genuinos y bien asentados dejando rol para contextos muy específicos donde su uso sea realmente indispensable (por ejemplo, aunque no del todo, en los juegos de rol). Todo lo demás no es más que un reflejo de superficialidad lingüística. Muy propio de los españoles actuales que tienen como modelos a PerroSánchez, Feijoós, futbolistas ridículos (negros y blancos) y opinólogos profesionales que, sin los argumentarios de quienes les pagan por decir mentiras y estupideces, les vendría justo para distinguir un buenos días de un buenas noches.