Enrique González Martínez
Vienes a mí, de Enrique González Martínez
Vienes a mí, te acercas y te anuncias
con tan leve rumor, que mi reposo
no turbas, y es un canto milagroso
cada una de las frases que pronuncias.
Vienes a mí, no tiemblas, no vacilas,
y hay al mirarnos atracción tan fuerte,
que lo olvidamos todo, vida y muerte,
suspensos en la luz de tus pupilas.
Y mi vida penetras y te siento
tan cerca de mi propio pensamiento
y hay en la posesión tan honda calma,
que interrogo al misterio en que me abismo
si somos dos reflejos de un ser mismo,
la doble encarnación de una sola alma.
Sobre Vienes a mí
Este soneto que publicamos hoy en el Poemario aborda la experiencia del amor como un encuentro espiritual y trascendente. El texto se compone de versos endecasílabos y muestra una estructura clásica, propia del modernismo tardío, pero con una sensibilidad ya orientada hacia nuevas búsquedas poéticas.
Así, el poema inicia con la llegada sutil del ser amado, descrita con imágenes de delicadeza y armonía. Esta aproximación no violenta la paz del hablante, sino que la enriquece y la transforma en música.
En la segunda estrofa profundiza en la intensidad de la unión amorosa. Aquí, el amor es tan absoluto que trasciende las dualidades de la existencia, suspendiendo a los amantes en un instante eterno.
El cierre del poema lleva la experiencia amorosa a un plano metafísico: si somos dos reflejos de un ser mismo, / la doble encarnación de una sola alma. El yo lírico se pregunta si la fusión con el otro no es sino el reencuentro de una unidad primordial, en la que el amor se convierte en espejo y en misterio.
La musicalidad, el ritmo pausado y la pureza del lenguaje refuerzan la atmósfera de recogimiento y asombro. El poema es un ejemplo de la transición de González Martínez del modernismo hacia una poesía más introspectiva y filosófica, donde el amor es un puente hacia el conocimiento de uno mismo y del universo.
Sobre Enrique González Martínez
Enrique González Martínez fue un poeta mexicano, nacido en Guadalajara (Jalisco) el 13 de abril de 1871. Es una figura clave en la transición del modernismo hispanoamericano hacia una nueva sensibilidad poética más reflexiva y también más acorde con los tiempos contemporáneos. Su obra se caracteriza por su profundidad filosófica, introspección y sobriedad estilística. Además de su labor literaria, fue médico, diplomático y académico, lo que le permitió contribuir al ámbito cultural y político de México.
González Martínez combinó su formación médica con una prolífica carrera literaria y diplomática. Durante la Revolución Mexicana, se trasladó a la Ciudad de México, donde presidió el Ateneo de la Juventud además de ocupar diversos cargos públicos, como el de Subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. También desempeñó funciones diplomáticas en Chile, Argentina, España y Portugal entre 1920 y 1931. promoviendo la diplomacia cultural mexicana.
Fue miembro fundador de El Colegio Nacional (1943) y ocupó la silla XIII en la Academia Mexicana de la Lengua desde 1932. En 1944 recibió, además, el Premio Nacional de Literatura Ávila Camacho.
Su obra
Evolucionó desde los temas modernistas hacia una expresión más madura y reflexiva. Entre sus obras más representativas se encuentran: Preludios (1903); Silénter (1909); Los senderos ocultos (1911); La muerte del cisne (1915), que incluye el emblemático poema Tuércele el cuello al cisne, que simboliza su distanciamiento del modernismo decorativo; El libro de la fuerza, de la bondad y del ensueño (1917); El romero alucinado (1923); Las señales furtivas (1925); Ausencia y canto (1937); El diluvio de fuego (1938) y Bajo el signo mortal (1942).
Además, escribió una autobiografía en dos volúmenes: El hombre del búho (1944) y La apacible locura (1951), donde reflexiona sobre su vida y vocación literaria.
Enrique González Martínez falleció en Ciudad de México, el 19 de febrero de 1952, a los 80 años de edad.