Julián Romea
Una lágrima, de Julián Romea
¡Oh, cuán hermosa y llena de dulzura
brillar te miro, lágrima querida,
del párpado entreabierto suspendida,
blanda, elocuente, cristalina y pura!
¡Mucha pena ¿verdad? Mucha amargura
guardaba allá en sus senos escondida
al despedirte el alma dolorida,
hija de su cariño y su ternura!!
Adiós, prenda de paz y de consuelo;
estrella que benéfica aparece
a templar los dolores de este suelo.
Vuela con esa brisa que te mece,
y deshecha en vapor vuélvete al cielo.
Que este mundo sin fe no te merece.
Sobre Una lágrima
El soneto Una lágrima es una muestra representativa de la lírica romántica española, caracterizada por la introspección emocional y la idealización de los sentimientos.
En esta pieza, Romea eleva la imagen de una lágrima suspendida en el párpado a la categoría de símbolo espiritual, dotándola de una pureza que contrasta con la crudeza del mundo terrenal. La lágrima, contemplada con ternura y reverencia, se convierte en emblema de la sinceridad del alma, y su destino —evaporarse y regresar al cielo— refleja la desilusión del poeta ante una realidad que no sabe acoger lo auténtico.
El poema, un soneto clásico, destaca por su perfección métrica, su lenguaje elevado y su tono contenido. A diferencia de otros románticos que recurren al dramatismo vehemente, Romea opta por una expresión serena, casi contemplativa, que revela una sensibilidad refinada.
Aunque su poesía no alcanzó la notoriedad de figuras como José de Espronceda o Gustavo Adolfo Bécquer, Una lágrima posee un valor estético notable por su equilibrio formal y su delicadeza emocional.
Julián Romea
Julián Romea Yanguas (1813–1868) fue una figura clave en el desarrollo del teatro español del siglo XIX. Nacido en Murcia, se formó en el Conservatorio de Música y Arte Declamatorio, institución que más tarde dirigiría y desde la que impulsó una renovación en la interpretación escénica. Actor de gran prestigio, Romea fue pionero en representar obras de Shakespeare traducidas directamente del inglés, como Macbeth, contribuyendo así a la apertura del teatro español a nuevas influencias.
Su estilo interpretativo, sobrio y natural, contrastaba con el histrionismo predominante en la época, lo que le otorgó un lugar destacado entre los renovadores del arte dramático. Además de su labor como actor y director, Romea fue autor de obras teatrales, tratados sobre declamación y poesía lírica. Su volumen Poesías (1846) y su Manual de Declamación (1858) reflejan tanto su sensibilidad artística como su compromiso pedagógico.
Casado con la actriz Matilde Díez, con quien compartió escenario y fama, su vida personal estuvo marcada por una intensa dedicación al arte.
Aunque su obra poética no transformó el panorama literario de su tiempo, su contribución al teatro y su refinada expresión lírica lo consolidan como una figura respetada en la historia cultural española.
El Teatro Romea de Murcia, que lleva su nombre, es testimonio de su legado.
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