Sordina es una palabra que, aunque sigue viva en el lenguaje técnico musical, ha perdido presencia en el habla cotidiana. Su sonoridad elegante, su polisemia y su uso figurado la convierten en un término digno de rescate. En la música, suaviza el sonido; en la literatura, insinúa lo que no se dice. En ambos casos, es sinónimo de contención, de lo velado, de lo que se expresa sin estridencias.
Por eso merece un lugar en Rescatando palabras olvidadas.
Etimología
Proviene del italiano sordina, derivado de sordo, que significa sordo. Esta raíz ya sugiere su función: atenuar, silenciar, amortiguar. En español, se documenta desde hace siglos en contextos musicales, relojeros y literarios.
Significados y usos técnicos
Según la RAE, sordina tiene estas acepciones:
- Pieza que se coloca en instrumentos musicales para disminuir la intensidad y variar el timbre del sonido.
- Registro en órganos y pianos con la misma función.
- Muelle en relojes de repetición que impide que suene la campana.
- Locución adverbial: a la sordina, que significa silenciosamente, con disimulo.
En instrumentos de viento metal como la trompeta, existen múltiples tipos de sordina: straight, cup, wah-wah, Harmon, cada una con efectos tímbricos distintos. En cuerdas, como el violín, se colocan sobre el puente para suavizar el sonido.
Usos
En España, las sordinas son comunes en conservatorios, orquestas y estudios de música. Se emplean tanto para efectos artísticos como para prácticas silenciosas en casa. En el piano vertical, el pedal de sordina es habitual y en la guitarra clásica se usan dispositivos similares para reducir la proyección sonora.
En países como Estados Unidos, Japón o Alemania, las sordinas han evolucionado hacia modelos electrónicos, como el sistema Silent Brass, que permite tocar casi en silencio y escuchar el sonido por auriculares. La sordina desatascador dio lugar, en el jazz, a efectos vocalizados únicos, muy populares en la era del swing.
La sordina en títulos literarios
El término ha sido usado en títulos como, entre muchos más:
- La épica sordina (1990), ensayo de Gonzalo Celorio sobre crítica literaria y lenguaje contenido.
- Con sordina, de Jenaro Prieto.
- La sordina romántica en Gil de Biedma, artículo que analiza el tono velado en la poesía del autor.
Curiosidades
- En el jazz, algunos músicos usaban bombines como sordinas improvisadas.
- En música contemporánea, compositores como Gérard Grisey incorporan sordinas para crear atmósferas etéreas.
- En relojería antigua, era clave para evitar sonidos nocturnos en relojes de repetición.
La sordina. Conclusión
Es más que un accesorio musical. Es una palabra que encierra el arte de decir sin gritar, de expresar sin desbordar. Su riqueza semántica, su historia y su versatilidad la convierten en un vocablo digno de ser rescatado.
En un mundo cada vez más ruidoso, sordina nos recuerda el valor del silencio, del matiz, de la pausa.