La pica seca española

noviembre 17, 2025

En los albores de la Edad Moderna, cuando la pólvora comenzaba a transformar la guerra europea, la infantería española mantuvo con firmeza un instrumento que muchos consideraban obsoleto: la pica seca. Se trataba de una lanza larga, desnuda de fuego, sin mecanismo de disparo ni ornamento, concebida únicamente para resistir y penetrar.

Su aparente simplicidad llevó a que enemigos y cronistas la ridiculizaran, pero en manos de los Tercios se convirtió en un muro impenetrable y en un símbolo de disciplina.

Pica seca. Los muros humanos

La pica seca cumplía una función esencial: detener la carga de la caballería y proteger a los arcabuceros y mosqueteros mientras recargaban. Los piqueros formaban un bosque de astas que convertía la línea española en una fortaleza móvil. La combinación de fuego y acero, con la pica como eje, dio a los Tercios una capacidad de resistencia que asombró a Europa.

En batallas como Rocroi o Nördlingen, la imagen de los piqueros españoles manteniendo la formación hasta el último aliento quedó grabada en la memoria bélica del continente.

Persistencia frente a la modernidad

La pica seca fue vista como reliquia en el siglo XVIII, cuando los ejércitos europeos se inclinaban hacia la supremacía del mosquete y la artillería. Sin embargo, aún en campañas como la Guerra del Norte, los adversarios que se burlaban de ella terminaron reconociendo su eficacia. La obstinación española en conservarla no fue simple resistencia al cambio, sino la convicción de que la disciplina y la cohesión podían superar la aparente modernidad de las armas de fuego.

Pica seca. Gloria y disciplina

Más allá de su función militar, la pica seca se convirtió en emblema de los Tercios: un arma humilde que, por la fuerza de la organización y el espíritu, se transformaba en instrumento de gloria. Representaba la idea de que la victoria no dependía únicamente de la tecnología, sino de la firmeza moral y la capacidad de sacrificio. La lanza desnuda, sostenida por hombres que no retrocedían, fue metáfora de una España que se imponía en los campos de batalla europeos con disciplina y honor.

La herencia de los piqueros

Hoy, la pica seca española puede leerse como símbolo de persistencia cultural frente a la modernización apresurada.

Su recuerdo nos habla de un tiempo en que la gloria de los Tercios no se medía por la sofisticación de las armas, sino por la capacidad de mantener la formación, resistir la embestida y morir con el asta en la mano. En ella se condensa la grandeza de una infantería que, con armas sencillas, escribió páginas inmortales de la historia militar.

La pica en Flandes

La expresión poner una pica en Flandes alude a una hazaña difícil, costosa o casi imposible. Proviene de las campañas de los Tercios españoles en los Países Bajos durante los siglos XVI y XVII, donde mantener tropas —y en especial piqueros— exigía enormes esfuerzos logísticos y financieros.

Poner una pica allí no era solo enviar un arma, sino sostener la presencia imperial en un territorio hostil y lejano. El dicho perdura como símbolo de obstinación, sacrificio y gloria.

Soldado español del siglo XVII con armadura desgastada y sombrero rojo, empuñando una pica seca en formación de combate junto a otros piqueros, bajo un cielo humeante

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