Álvaro García Ortiz, el actual Fiscal General del Estado español está en una montaña rusa judicial desde que asumió el cargo. Oscila entre la apariencia de un ministro y, más frecuentemente, la de un camarero novato en una boda de postín: torpe, propenso a meter la pata y experto en escurrir el bulto. Todo ello, coronado por su característica dentadura de conejo silvestre. Es nuestro ministro número 24, el que mejor hace el trabajo que le encomienda el jefe de la tropa irreverente del albañal.
Nombrado inicialmente en julio de 2022, logró renovar su mandato en diciembre de 2023, a pesar de las críticas y los recursos legales en su contra. Sin embargo, su camino no ha sido precisamente un paseo por el parque.
Nuestro intrépido fiscal ha demostrado tener más vidas que un gato. En enero de 2025, el Tribunal Supremo rechazó anular su nombramiento, dándole un respiro justo antes de tener que declarar ante el mismo tribunal por revelación de secretos. ¡Vaya, vaya!
El ministro de la fiscalía parece tener un don especial para generar polémica. Entre sus grandes éxitos se incluye el ascenso anulado por ilegal de su predecesora, Dolores Delgado, que el Supremo consideró una desviación de poder. ¿Quién dice que no hay lugar para la creatividad en el mundo jurídico?
Todo lo anterior, y mucho más, es lo que hace nuestro camarero fiscal, que no tiene en cuenta (¿para qué?) al artículo 124.1 de la Constitución Española: Sin perjuicio de las funciones encomendadas a otros órganos, tienen como misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social. ¡Ea, el defensor máximo de la legalidad actuando contra la legalidad! ¿País bananero? Poco me parece…
Como curiosidad, nuestro fiscal estrella ha tenido que lidiar con temas tan variados como la criminal ley del solo sí es sí y la amnistía a Puigdemont y otros que cobran de España para atacar a España. Uno se pregunta si no hubiera preferido quedarse en casa leyendo el BOE.
A pesar de todo, García Ortiz sigue al pie del cañón, firmando decretos y nombrando fiscales delegados como si no hubiera un mañana. Quizás su verdadera habilidad sea la de mantenerse en pie en medio de la tormenta. El jefe del albañal está satisfecho con los resultados: para eso le nombró porque ¿de quién depende la fiscalía? Pues eso…
En resumen, este hombrecillo chulo, pedante y poco preparado para su papel correcto es como el protagonista de una telenovela jurídica: siempre al borde del precipicio, pero de alguna manera logra salir adelante. ¿Cuál será el próximo capítulo en la saga del ministro de la fiscalía? Solo el tiempo (y tal vez algún que otro tribunal) lo dirá.
Algunas perlas
- Imputación por revelación de secretos. García Ortiz se convirtió en el primer fiscal general del Estado imputado por el Tribunal Supremo por un presunto delito de revelación de secretos.
- Filtraciones sobre conversaciones confidenciales. La Fiscalía, bajo su dirección, difundió conversaciones secretas entre un abogado y el fiscal encargado del caso. Esto llevó al Colegio de Abogados de Madrid a denunciar a la institución por una acción sin precedentes, lo que generó críticas sobre el uso partidista de la Fiscalía.
- Gestión de la Ley de Amnistía. Fue acusado de evitar que el Consejo Fiscal, su órgano asesor, emitiera un dictamen sobre la Ley de Amnistía, a pesar de las solicitudes del Senado. Además, permitió que se archivara una investigación sobre Carles Puigdemont en el caso Tsunami Democràtic, lo que se interpretó como un intento de favorecer al Gobierno en las negociaciones con los independentistas catalanes.
- Nombramientos. Su política de nombramientos ha sido duramente criticada, especialmente por promover a Dolores Delgado (su predecesora y exministra socialista) a puestos clave en la Fiscalía. Estos nombramientos fueron anulados por el Tribunal Supremo por desviación de poder, lo que generó tensiones internas y acusaciones de parcialidad.
- Reprobación en el Senado. En mayo de 2024, García Ortiz fue reprobado por el Senado con los votos del PP y Vox, convirtiéndose en el primer fiscal general en recibir esta sanción. La reprobación refleja una pérdida notable de confianza institucional.
Y ahí sigue el pajarito…