Anabaptista

Aunque hoy casi no se usa, anabaptista fue una palabra cargada de significado en la Europa del siglo XVI. Designaba a un grupo de creyentes que rompieron con las normas religiosas y sociales de su tiempo, defendiendo ideas como la libertad de conciencia o el derecho a decidir sobre la propia fe.

El término hoy está relegado a libros de historia o estudios religiosos, pero detrás hay una historia intensa de convicciones, persecuciones y comunidades que aún existen. Volver a esta palabra es una forma de entender mejor cómo se gestaron algunos valores que damos por sentados.

Independientemente de su contenido con respecto a la fe, creemos que debe rescatarse el término anabaptismo porque es el único que define a quienes no admiten el bautismo de los niños antes del uso de razón.

Anabaptista. Origen de la palabra

Proviene del griego ana- (de nuevo) y baptizein (bautizar), y significa el que bautiza de nuevo. Este término no fue adoptado por sus seguidores, sino impuesto por sus detractores, como una forma de desacreditar su práctica de rechazar el bautismo infantil y promover el bautismo consciente en la adultez.

Para los anabaptistas, el bautismo debía ser una expresión voluntaria de fe, no un rito impuesto en la cuna.

Un movimiento que incomodó al poder

Los anabaptistas surgieron en el siglo XVI como parte de la Reforma radical en Europa Central, especialmente en Suiza, Alemania y los Países Bajos. A diferencia de los reformadores más moderados como Lutero o Zwinglio, los anabaptistas proponían una transformación profunda tanto de la Iglesia como de la sociedad. Rechazaban la autoridad civil sobre la religión, los juramentos, la violencia y la pena capital. Algunos grupos incluso defendían formas de comunismo religioso y comunitario.

Su insistencia en la separación entre Iglesia y Estado y en la libertad de conciencia, les convirtió en blanco de persecuciones feroces. Fueron condenados por católicos y protestantes por igual, y miles fueron ejecutados por practicar el rebautismo, considerado herético y subversivo.

Usos y significados

Hoy, el término anabaptista se asocia principalmente con comunidades como los menonitas, los amish y los huteritas, que han mantenido vivas muchas de las enseñanzas originales.

En contextos históricos, se usa para referirse a los primeros reformadores radicales que defendían el bautismo adulto.

En el lenguaje contemporáneo, sin embargo, la palabra ha caído en desuso, relegada a los márgenes del discurso religioso y académico.

Anabaptista. Curiosidades

Uno de los episodios más conmovedores del anabaptismo es el de Dirk Willems, quien, tras escapar de prisión, salvó a su perseguidor que había caído en un lago helado. Willems fue recapturado y ejecutado, pero su acto de compasión quedó como símbolo de la ética radical del amor al prójimo que profesaban los anabaptistas.

Aunque repudiados por Lutero, los anabaptistas nacieron de las enseñanzas de uno de sus discípulos más radicales, Thomas Müntzer, quien lideró la Guerra de los Campesinos en Alemania. Su visión de un Reino de Dios terrenal, libre de opresión, fue tan revolucionaria como peligrosa para los poderes establecidos.

¿Por qué rescatar esta palabra?

Rescatar anabaptista no es solo un ejercicio lingüístico: es una forma de recuperar una historia de resistencia, espiritualidad y convicción. En tiempos donde la libertad de conciencia y la separación entre religión y poder siguen siendo temas candentes, recordar a los anabaptistas es recordar que hubo quienes pagaron con su vida por defender esas ideas.

Además, el término encierra una riqueza semántica y cultural que merece ser redescubierta. No es solo una etiqueta religiosa, sino el reflejo de una lucha por la autenticidad, la fe vivida y la comunidad. En un mundo que tiende a simplificar y olvidar, anabaptista nos invita a mirar más allá de lo evidente.

Ilustración estilo xilografía del siglo XVI que muestra el bautismo adulto de un hombre en un entorno rural, rodeado por cuatro personas con vestimenta de la Reforma radical.

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