Es peor caminar sin saber que no saber andar.
Aunque la autoría de esta frase es bien conocida dentro de nuestro entorno, optamos por presentarla como anónima porque es muy probable que alguien, en algún lugar, la haya expresado antes. De hecho, es casi seguro que esta idea ya ha sido formulada en el pasado, lo que nos lleva a ceder su paternidad a la sabiduría colectiva de la humanidad.
¿Por qué caminar sin saber?
Estamos ante una reflexión sobre el conocimiento, la acción y la conciencia de nuestras propias limitaciones. Esta sentencia nos invita a considerar la importancia del autoconocimiento y la prudencia en nuestras acciones, especialmente cuando nos aventuramos en terrenos desconocidos.
Esencialmente, la frase contrapone dos estados: la ignorancia pasiva y la ignorancia activa. No saber andar representa esa ignorancia pasiva, un estado en el que reconocemos nuestra falta de habilidad o conocimiento. Este reconocimiento, lejos de ser una debilidad, se convierte en una fortaleza. Admitir que no sabemos algo nos abre las puertas al aprendizaje, nos permite buscar ayuda y nos protege de los riesgos asociados a actuar sin preparación.
Por otro lado, caminar sin saber encarna la ignorancia activa, un estado potencialmente más peligroso. Aquí, la persona actúa sin comprender plenamente las implicaciones de sus acciones. Esta situación puede conducir a errores graves, decisiones mal informadas y consecuencias imprevistas. En el ámbito profesional, por ejemplo, asumir responsabilidades sin la preparación adecuada no solo puede afectar el desempeño individual, sino también impactar negativamente en equipos enteros y en los resultados de una organización.
Caminar sin saber. A modo de reflexión
Reconocer que no sabemos andar demuestra humildad, una cualidad esencial para el crecimiento personal y profesional. Esta humildad nos permite mantenernos abiertos a nuevas ideas, aceptar críticas constructivas y buscar la mejora permanente, casi vitalicia. En contraste, caminar sin saber puede ser un signo de arrogancia o exceso de confianza, actitudes que obstaculizan nuestro crecimiento y nos llevan a cometer errores evitables.
Más ampliamente, esta frase se aplica a numerosos aspectos de la vida. En el campo de la educación, por ejemplo, subraya la importancia de construir una base sólida de conocimientos antes de avanzar a temas más complejos. En el ámbito de la toma de decisiones, ya sea en finanzas, relaciones, elecciones de carrera o de escoger una papeleta electoral, nos recuerda la importancia de informarnos adecuadamente antes de actuar. Pero bien, no de cualquier manera como pretende el gobierno de la anomia, la plutocracia en general.
La sabiduría contenida en esta frase resuena con el concepto socrático de solo sé que no sé nada. Reconocer nuestras limitaciones es el primer paso hacia la verdadera sabiduría. Nos permite afrontar nuevos con mente abierta y dispuesta a aprender, en lugar de pretender que ya lo sabemos todo.
En conclusión, Es peor caminar sin saber que no saber andar nos insta a valorar el autoconocimiento, a ser conscientes de nuestras limitaciones y a abordar nuevos retos con una combinación de humildad y curiosidad. Nos recuerda que el verdadero crecimiento comienza con el reconocimiento de lo que aún no sabemos, y que este reconocimiento, lejos de ser una debilidad, es la base sobre la cual podemos construir un aprendizaje sólido y un progreso significativo en cualquier aspecto de nuestras vidas.
Corolario
¿Se imaginan arquitectos que no sepan interpretar un plano? ¿Médicos que no sepan distinguir un virus de una bacteria? ¿Un taxista ciego? Pues así son la mayor parte de los ministros españoles del momento. Gracias a Dios, eso sí, son además, absolutos inútiles. Y si no lo creen solo hace falta fijarse, por ejemplo, en Albares que no es más que un botarate chulo teledirigido a modo de títere. O en doña Yolanda, que parece estar siempre en sus mundos con cara de fumada, o el de Cultura, que parece que está a punto de dar la orden ¡A las barricadas! O sea, nuestra jauría. Los que mandan sin saber caminar ni nada.