Miren bien la foto con la que acompañamos a esta entrada. Fíjense con detenimiento.
Que un seudomedio, como sin duda nos citaría la tal Intxaurrondo si nos conociera, cometa muy de vez en cuando algún error o se le escape una errata es una cosa. Que Radio Televisión Española con unos 1.200 millones de euros de presupuesto anual cometa estos dislates es impresentable.
Es también la demostración palpable de que quien desprecia las formas, desprecia el fondo. Y vicevérsicamente también.
Que un medio público (esto quiere decir que es con el dinero de todos, no solo de los sociolistos) esté dirigido de forma tan tendenciosa y manipuladora debería ser, al menos reprochable éticamente. Que todas las noticias y comentarios solo tengan una cara, la del presidente del gobierno del odio, la mentira y la sentina, es una muestra más de la podredumbre de quienes pagan y de quienes cobran, a partes iguales.
Pero que, ni con semejantes presupuestos, haya una sola persona que evite que salgan desatinos en la pantalla sería irrisorio si no fuera tan dramáticamente triste. ¿Será que hacen como Sánchez, a quien todo le vale con tal de conseguir sus viles propósitos? Porque, después de todo, que estos periodistas aduladores del poder y de su dinero ni siquiera sepan escribir el nombre de quien les paga con dinero ajeno es para mandarles de nuevo a la escuela primaria. Y digo de nuevo porque, aunque no se nota, parece que ya pasaron por allí en su día…
¿Quién es Sáchez? ¿El seudomúsico plagiador? ¿El seudogobernante plagiador? ¿Y el hermano de Sáchez? ¿Es el número 1 o el que no sabe dónde trabaja?
Con la música a otra parte, Intxaurrondo
Y es que, Intxaurrondo y el resto de la caterva: ustedes ganan mucho pero pierden muchísimo más: honor, dignidad, respeto, bonhomía, profesionalidad, responsabilidad, franqueza, mesura, equilibrio,… Todo eso contra el dinero. Que lo disfruten, pero el que se beneficia de los robos ajenos es un receptador y eso, sí, es un delito. Mientras Sá(n)chez quiera. Con la música a otra parte. Adiós.