Corso: lengua y símbolo

octubre 28, 2025

La lengua corsa pertenece al grupo de lenguas romances, subgrupo itálico, con una filiación cercana al toscano medieval. Esta proximidad ha llevado a algunos lingüistas a considerarla una variante del italiano, aunque tal clasificación ignora su evolución insular, su diversidad dialectal y su carga simbólica como lengua propia.

El corso no es un dialecto del italiano, sino una lengua con historia, estructura y función social propias, desarrollada en un espacio geográfico y político singular: la isla de Córcega.

Durante siglos, el italiano fue la lengua culta de la isla, especialmente bajo dominio pisano y genovés. El corso coexistía como lengua popular, oral, transmisora de mitos, cantos y genealogías. La anexión francesa en 1768 marcó un punto de inflexión: el francés se impuso como lengua administrativa y escolar, relegando el corso a los márgenes de la oficialidad.

Corso. Dialectos y unidad simbólica

El corso presenta una notable diversidad interna, con dos grandes áreas dialectales: el cismontano (norte) y el ultramontano (sur). El primero se aproxima más al toscano, mientras que el segundo muestra rasgos más arcaizantes, con influencias sardas y ligures. Esta variación dificulta los intentos de estandarización, pero no impide que la lengua se perciba como un emblema de identidad corsa.

Lengua prohibida y reivindicada

La historia moderna del corso está marcada por la tensión entre represión institucional y resistencia cultural. Durante décadas, hablar corso era motivo de sanción o estigmatización. Esta política lingüística, heredera del jacobinismo, buscaba la homogeneización cultural bajo el lema de una lengua, una nación.

Sin embargo, desde los años ochenta, el corso ha experimentado un renacimiento simbólico y se ha reivindicado su uso como forma de resistencia identitaria.

Vitalidad, transmisión y riesgo

El número de hablantes activos del corso ronda los 125.000 actualmente, aunque la transmisión intergeneracional está en declive. La lengua se mantiene viva en el ámbito familiar y en ciertas expresiones artísticas, pero su presencia en la educación formal y en los medios sigue siendo marginal.

El corso no está muerto, pero sí amenazado.

Características del corso

  • Conserva el uso del neutro latino en ciertos sustantivos colectivos, especialmente en el dialecto del sur, lo que lo aproxima al sardo y lo aleja del italiano estándar.
  • En la conjugación verbal, el pretérito perfecto simple (ej. cantai, vidi) se mantiene con vitalidad en el habla cotidiana, a diferencia del francés, que lo ha relegado al registro literario.
  • Presenta una palatalización intensa de ciertos grupos consonánticos latinos, como cl y gl, que evolucionan en sonidos como [ʃ] o [ʒ].
  • El sistema vocálico es más conservador que el del italiano, manteniendo oposiciones entre vocales abiertas y cerradas que se han neutralizado en otras lenguas romances.
  • En el plano sintáctico, permite una flexibilidad en el orden de los elementos, con estructuras SVO, VSO o incluso OSV, especialmente en registros poéticos o enfáticos.
  • El uso del artículo definido ante nombres propios es común y tiene función afectiva o identitaria: u Ghjuvan (Juan), a Maria (María).
  • La doble negación es frecuente y gramatical: ùn vengu micca (no vengo), donde micca refuerza la negación introducida por ùn.
  • En el léxico conserva arabismos y catalanismos heredados de contactos históricos, especialmente en el vocabulario marítimo y agrícola.
  • El sistema pronominal incluye formas enclíticas y proclíticas que se combinan con el verbo de manera compleja, como m’aghju vistu (me he visto).
  • Aunque se usa el alfabeto latino, hay grafías específicas para representar sonidos propios, como ghj para [ɟ] o chj para [tʃ].
  • El vocativo se marca con entonación y a veces con formas específicas, como o fratè! (¡hermano!), que recuerda al uso latino del o vocativo.
  • En el plano morfológico, mantiene formas de diminutivo y aumentativo con gran productividad: casetta (casita), casòne (casón).
  • La lengua presenta una diglosia estructural, donde el francés ocupa el espacio oficial y el corso el doméstico o simbólico, lo que genera fenómenos de interferencia léxica y sintáctica.
  • En la poesía y el canto tradicional, se emplean formas arcaicas que ya no se usan en el habla cotidiana, lo que convierte el registro lírico en un archivo lingüístico vivo.
  • El corso tiene una prosodia marcada, con acento tónico generalmente en la penúltima sílaba, aunque con excepciones dialectales que afectan la musicalidad del habla.
Corso. Figura humana de espaldas sobre una colina corsa al atardecer, con un libro abierto del que emergen letras flotantes; al fondo, montañas, mar y una bandera corsa ondeando discretamente

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