El heredero de nada

marzo 29, 2025

Sí, aunque no se lo crean, este tipo que no sabe hacerse el nudo de la corbata, es ministro. Jordi Hereu Boher (Barcelona, 1965) es un político profesional cuya carrera ha estado marcada por una mezcla de decisiones audaces y tropiezos memorables. Militante del PSC desde 1987, pasó de ser concejal de Les Corts a ocupar la alcaldía de Barcelona entre 2006 y 2011. Ahora, como ministro de Industria y Turismo (de cuota, porque tenía que haber catalanes, aunque no valgan…) en el desgobierno de Sánchez, su trayectoria vuelve a situarse bajo los reflectores.

Simplemente Heredero

Jordi Hereu entra en escena como un personaje sacado de una tragicomedia urbana, el tipo de figura que parece haber nacido para ser alcalde de una ciudad como Barcelona, donde la modernidad y el caos se dan la mano en un baile perpetuo. Imaginemos a Hereu: un hombre con un maletín lleno de proyectos ambiciosos y una voz que, al abrirse paso entre las multitudes, suena como si un clarinete desafinado intentara dar un discurso. Su tono agudo y su entusiasmo desbordante lo convierten en una especie de orador accidentalmente cómico.

En su etapa como alcalde, Hereu era el tipo de líder que parecía tener una obsesión casi poética con las bicicletas. ¡El futuro es sobre dos ruedas!, proclamaba mientras iba contando comisiones por aquí y por allá. Pero su obra maestra del absurdo llegó con el famoso referéndum sobre la reforma de la Diagonal. En su mente, la consulta era una oda a la democracia participativa; en la práctica, fue algo así como intentar organizar un banquete medieval en un McDonald’s. El resultado: una participación irrisoria y un rechazo masivo que dejó a Hereu con cara de ¿pero qué ha pasado aquí?

Es fácil imaginarlo en su despacho, rodeado de mapas urbanos y maquetas futuristas, mientras se rasca la cabeza con aire perplejo. ¿Qué quieren estos ciudadanos? ¿Más carriles bici? ¿Menos carriles bici? ¿Un tranvía flotante?, se pregunta mientras el café se enfría en su escritorio. Jordi Hereu es ese político que siempre parece estar a punto de lograr algo grandioso, pero que termina tropezando con una baldosa mal puesta.

Hereu y heredero

Y ahora, como ministro de Industria y Turismo, lo vemos en Madrid, llevando consigo esa mezcla inimitable de tecnocracia seria y torpeza entrañable. Es fácil imaginarlo presentando un plan revolucionario para revitalizar el turismo rural mientras accidentalmente derrama agua sobre los papeles. O proponiendo una ley industrial innovadora con tanto entusiasmo que los periodistas no saben si tomar notas o reírse.

Jordi Hereu es una caricatura viviente del político lerdo, pelafustán y propenso al desliz. O sea, un eficaz reflejo de todos los guripas que se sientan hoy por hoy en el Consejo de Ministros. Un hombre que lleva consigo el espíritu de Barcelona: caótico pero encantador, lleno de ideas brillantes y tropiezos inevitables. Y quizás ahí radica su encanto: en un mundo lleno de líderes calculadores y fríos, Hereu sigue siendo ese personaje que, a base de deslealtades y traiciones, no teme soñar a lo grande… aunque a veces termine rodando cuesta abajo en una bicicleta sin frenos.

Las perletas

  1. Fenómeno explosivo en campaña electoral. En una intervención pública, utilizó la expresión necesitamos un fenómeno explosivo para movilizar a los votantes.
  2. Defensa de la privatización de servicios funerarios. Durante su etapa como alcalde de Barcelona, defendió la privatización de los servicios funerarios municipales con declaraciones que fueron percibidas como insensibles, especialmente en un contexto económico difícil. ¿No es este del clan de los defensores de lo público? Ah, ya…
  3. Declaraciones ambiguas sobre corrupción. En el caso de amenazas y coacciones relacionadas con el escándalo de corrupción en Ciutat Vella, admitió que estaba al tanto de los problemas pero no actuó con contundencia para prevenirlos.
  4. Caso Koldo. Como ministro, defendió la actitud del PSOE frente al escándalo del Caso Koldo, relacionado con corrupción en contratos públicos durante la pandemia. Muy bien sí, pero la siguiente la harán mejor.

Corolario del oclócrata

Por cierto, querido heredero oclócrata: cuando se es ministro de España, las ruedas de prensa deben darse siempre en el idioma propio y oficial de todos los españoles, porque los jienenses y los ejeanos también tienen derecho a entenderle, aunque de su boca solo puedan salir sapos envenenados, sandeces y, por supuesto, bulos propios de ágrafos redomados con un curioso complejo de superioridad digno de estudio en las mejores universidades de las que sigan escogiendo la ciencia frente a la ideoilogía. Pero, claro, si asaltan al Tribunal Constitucional ¿qué no va a hacer con asuntos menores como respetar a quienes, locamente, les han votado?

¡Oclócrata, traidor!

Jordi Hereu

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