Ersa, presencia lírica
| Aspecto | Detalles principales |
|---|---|
| Origen | Hija de Zeus y Selene (la Luna), según la tradición recogida por Plutarco. Su nombre deriva del griego antiguo Ἕρση, que significa rocío |
| Entorno | Asociada al cielo nocturno, al ciclo lunar y a la humedad que cae sobre la tierra en las noches claras. Su entorno es lírico, más que narrativo |
| Apariencia | No se conserva descripción física en las fuentes clásicas. Se la imagina como una figura etérea, luminosa, vinculada al brillo del rocío bajo la luz lunar |
| Atributos | El rocío como símbolo de fertilidad suave, revelación nocturna y vínculo entre lo celeste y lo vegetal |
| Papel | No protagoniza mitos, pero personifica el rocío como fenómeno natural y simbólico. Su papel es cosmológico y poético, no heroico ni narrativo |
| Personalidad | No se le atribuye carácter ni voluntad propia. Es una presencia lírica, más que una figura dramática |
| Transformación | No sufre metamorfosis ni evolución mitológica. Su transformación es simbólica: de fenómeno natural a entidad divina |
| Aportaciones | Introduce el rocío como símbolo mitológico, vinculando la Luna con la fertilidad terrestre. Su existencia permite pensar la mitología como poesía natural |
| Significado | Ersa representa la humedad nocturna que fecunda, la suavidad del ciclo lunar y la presencia menor pero esencial en el equilibrio cósmico |
Ersa no es una diosa olímpica ni una figura narrativa, pero su valor simbólico es grande. Como hija de Zeus y Selene, encarna la unión entre lo celeste y lo terrestre, entre la luz y la humedad, entre lo visible y lo invisible.
Su existencia es una prueba de que la mitología griega no solo se compone de héroes y tragedias, sino también de presencias líricas, de fenómenos naturales convertidos en entidades divinas.




