Exordio
Decididamente, soy un fanático de las jitanjáforas. Lo soy desde antes de saber qué son, porque crear neologismos sonoros es un pasatiempo muy gratificante, con sus escrillatos chuntenternos y zomatruces y más…
El vocablo lo conocí no hace mucho, quizá 8 o 9 años. Y fue leyendo, claro, un libro de un autor desconocido, tanto que no recuerdo su nombre. En todo caso, no importa mucho, lo que importa, de verdad, es conocer qué son las jitanjáforas.
¿Qué es una jitanjáfora?
Lo primero que he de recalcar es que, aunque no lo crean, es una palabra reconocida en el diccionario oficial de la RAE, que explica que es un texto carente de sentido cuyo valor estético se basa en la sonoridad y en el poder evocador de las palabras, reales o inventadas, que lo componen.
Es decir, las jitanjáforas son palabras inventadas que no tienen un significado real, pero suenan como si pudieran tenerlo. Se utilizan principalmente por su valor sonoro y rítmico.
Jitanjáfora. Origen
El mismo DLE hace un pequeño análisis sobre esta palabra: De jitanjáfora, última palabra del tercer verso de un poema repleto de voces sin significado, pero de gran sonoridad, que compuso en 1929 el poeta cubano M. Brull y de la que se valió el humanista mexicano A. Reyes, 1889-1959, para designar este tipo de enunciados.
Y, efectivamente, el término proviene del escritor Alfonso Reyes, que lo tomó de la poesía titulada Leyenda, de Mariano Brull (Cuba 1891-1956), donde este juega con sonidos, inventando palabras sin sentido aparente.
Usos de las jitanjáforas
Las jitanjáforas se utilizan comúnmente en juegos de palabras y trabajos de expresión oral, ya que ayudan a desarrollar la habilidad de pronunciación, el ritmo y la entonación. Además, fomentan la creatividad y la imaginación, ya que los niños pueden inventar sus propias jitanjáforas. En literatura, la jitanjáfora es una figura de tipo retórica que se emplea como una expresión poética diseñada por medio de frases o modismos ideados y faltos de sentido.
Ejemplos
Como hemos citado, el origen está en el poeta cubano Mariano Brull que, en Leyenda, escribió lo siguiente: Filiflama alabe cundre/ ala olalúnea alífera/ alveolea jitanjáfora/ liris salumba salífera… Y de esos versos, Alfonso Reyes adoptó el vocablo que nos ocupa y que, en sus propias palabras, Son creaciones que no se dirigen a la razón, sino más bien a la sensación y a la fantasía. Las palabras no buscan aquí un fin útil. Juegan solas.
La jitanjáfora fue cultivada por algunos artistas de vanguardia. Miguel Ángel Asturias (1899-1974) destacó en el uso de la misma, especialmente en su obra El señor Presidente, así como el poeta cubano Nicolás Guillén es su poema Sensemayá y el escritor español Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) en La saga/fuga de J. B. y la escritora argentina Alejandra Pizarnik (1936-1972) en la extravagante La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa. Asimismo Julio Cortázar usó este recurso sintáctico en su novela Rayuela creando su idioma alterno, que denomina como Gíglico.
Corolario
¿Han leído el capítulo 68 de Rayuela? Si nos siguen, pronto podrán hacerlo en hablarydecir. Vamos a transcribirlo y sacaremos algunas conclusiones. ¿Habrá jitanjáforas? Aquí está ya.