El programa Saber y ganar, emitido por La 2 de RTVE, es uno de los concursos culturales más longevos y respetados de la televisión española.
Sin embargo, en la emisión de hoy, se ha mostrado en pantalla la palabra Sólo con tilde, a pesar de que la Real Academia Española, desde 2010, recomienda no acentuarla nunca, ni siquiera cuando equivale a solamente. Esta norma busca eliminar ambigüedades artificiales y promover una ortografía más coherente y uniforme.
Saber y errar ¿Descuido o desinterés?
Este tipo de errores no son anecdóticos. Cuando un medio público comete fallos ortográficos en un programa que presume de fomentar el conocimiento, se transmite una imagen de descuido y falta de rigor. No se trata de una tilde más o menos: se trata de respetar las normas que rigen el idioma oficial del Estado y de asumir la responsabilidad que conlleva educar a través de la televisión.
La ortografía no es un capricho académico. Es una convención que garantiza la claridad, la coherencia y el respeto por la lengua compartida. Ignorarla en un contexto cultural es, como mínimo, una contradicción.
RTVE y su deber lingüístico
RTVE, como corporación pública financiada por todos los ciudadanos, tiene el deber de cuidar el idioma en sus emisiones. La corrección lingüística no es elitismo: es profesionalidad. Y más aún en un espacio que se presenta como referente cultural.
¿Dónde están los asesores lingüísticos? ¿Existe revisión de contenidos antes de emitirlos? ¿O hemos normalizado el error como parte del paisaje mediático?
Claro que los fines de RTVE son otros: exclusivamente doctrinales y nada culturales.
Saber y errar. Exijamos rigor, no perfección
No se trata de exigir infalibilidad, sino de pedir coherencia. Si Saber y ganar quiere seguir siendo un emblema del saber televisivo, debe empezar por respetar las reglas del idioma que lo sustenta. Porque quien no cuida su lengua, erosiona su credibilidad.
No es la primera vez que señalamos que solo no debe acentuarse. Vean, por ejemplo, nuestro artículo Solo, en el que, curiosamente, se observa que el jefe que colocó al ministro de RTVE tampoco sabe escribir solo.