Contexto: Un periódico generalista español, generosamente subvencionado por el plutócrata del albañal.
Cita: …en ella compiten hasta cinco equipos aragoneses.
En el periodismo, la precisión no debería ser un lujo sino una obligación. Por eso, cuando un redactor escribe …en ella compiten hasta cinco equipos aragoneses en una noticia donde el dato es exacto —son cinco, ni más ni menos— está cometiendo un error que va más allá de lo estilístico. Es una distorsión informativa. Y lo peor: es innecesaria.
El uso de hasta introduce una ambigüedad que no existe. Sugiere que podrían ser menos, que el número está en el aire, que hay margen. Pero no lo hay. Son cinco. Punto. Entonces, ¿por qué alargar la frase con un adverbio que no aporta nada y encima confunde?
Sabotaje a la precisión: automatismo y descuido
Errores como este no suelen deberse a ignorancia gramatical, sino a algo más preocupante: el automatismo. Es un ejemplo de escritura por inercia repitiendo fórmulas sin detenerse a pensar si encajan en el contexto. Hasta cinco suena bien, parece formal, da ritmo… pero no es verdad. Y en una noticia, lo que no es verdad, sobra.
También influye el descuido. En un entorno donde se exige rapidez, volumen y constante producción de contenido, el lenguaje se convierte en un vehículo de trámite. Se escribe para salir del paso, no para informar con rigor. Y así se cuelan expresiones que alargan sin necesidad, que adornan sin propósito, que empañan lo esencial.
Economía lingüística como principio ético
Hoy se habla mucho de la economía del lenguaje. No como una moda, sino como una exigencia ética. Decir lo justo, sin florituras ni vaguedades. Cada palabra debe tener una función. Si no la tiene, estorba. Y hasta, en este caso, estorba.
No es solo una cuestión de estilo. Es una cuestión de respeto al lector. De respeto al dato. De respeto al oficio. Porque el periodismo no es literatura ni publicidad: es información. Y la información debe ser clara, directa y veraz.
Y decir hasta cinco equipos no significa que sean exactamente cinco equipos.
Sabotaje a la precisión. Ejemplos
Prácticamente todos los adverbios, cuando se emplean sin rigor en ámbitos informativos, pueden distorsionar, suavizar o enturbiar el mensaje. Tal es el caso, en particular, de los adverbios terminados en -mente y de expresiones como al menos o incluso, cuya presencia suele debilitar la precisión expositiva, introducir ambigüedad o matizar excesivamente la información presentada.
Lo imperdonable
Lo imperdonable no es que alguien se equivoque sino que el error pase desapercibido. Que nadie lo corrija y que se normalice, que se repita y que se convierta en parte del paisaje lingüístico de los medios. Porque entonces, el lenguaje deja de ser herramienta de precisión y se convierte en ruido.
Y el ruido, en periodismo, es el enemigo. Las subvenciones públicas también.