¿Por qué conviven San Sebastián y Donostia?
Son dos formas de nombrar la misma ciudad costera del norte de España, capital de la provincia de Guipúzcoa. La primera es el nombre en español; la segunda, en vascuence. Ambas son oficiales y coexisten en la vida institucional, cultural y cotidiana.
Pero más allá de la diferencia lingüística, ¿por qué existen dos nombres? ¿Qué historia y significado hay detrás de cada uno?
San Sebastián: el nombre del santo
El nombre San Sebastián tiene origen cristiano y medieval. La ciudad fue fundada hacia 1180 por el rey navarro Sancho el Sabio, en las cercanías de un monasterio consagrado a San Sebastián, mártir romano del siglo III. En la carta-puebla fundacional, redactada en latín, se menciona el nombre Sanctus Sebastianus, que evolucionó en romance hasta convertirse en San Sebastián.
Este nombre refleja la tradición cristiana de nombrar villas en honor a santos protectores. San Sebastián, además de ser patrón de la ciudad, fue considerado protector contra la peste y las enfermedades contagiosas, lo que reforzó su presencia simbólica en la cultura local.
Donostia: la forma vasca
Donostia es la denominación en lengua vasca y también tiene origen en el nombre del santo. Proviene de la expresión Done Sebastian —San Sebastián en vascuence antiguo— que, por evolución fonética, pasó por formas como Donebastian, Donebastia, Donastia, hasta llegar a Donostia.
Este tipo de evolución es común en la toponimia vasca, donde los nombres de santos se adaptan fonéticamente al sistema del vascuence. Así, Done Joane es San Juan, Don Estebe es San Esteban y Donostia es San Sebastián. El prefijo Done equivale a santo, y el resto del nombre se transforma según las reglas fonológicas del idioma.
¿Cuál usar?
Ambos nombres son oficiales. En textos en español se usa San Sebastián, en textos en vascuence se usa Donostia y en contextos bilingües se emplea Donostia / San Sebastián.
El gentilicio más común es donostiarra, aunque también existe el culto easonense, derivado del antiguo nombre romano Oiasso o Easo, que algunos asocian con la ciudad.
De hecho, a San Sebastián se la conoce también como la bella Easo, un apelativo romántico y literario que se popularizó en el siglo XIX, cuando se creía que la ciudad correspondía a la antigua Easo mencionada por geógrafos romanos. Aunque hoy sabemos que esa identificación es discutible —probablemente Easo se refería a Irún—, el nombre quedó arraigado en la cultura local y se usa con cariño para referirse a la ciudad y sus habitantes, los easonenses o donostiarras.
La elección entre uno u otro nombre no es solo lingüística, sino también identitaria. Donostia suele usarse en contextos que reivindican la lengua y cultura vasca, mientras que San Sebastián tiene una resonancia más amplia en el ámbito hispano y turístico.
San Sebastián o Donostia: una ciudad
La coexistencia no es una anomalía, sino una muestra de riqueza cultural y lingüística. Cada nombre conlleva una historia, una lengua y una forma de mirar la ciudad. Usar uno u otro no es incorrecto, pero lo lógico es usar San Sebastián al expresarnos en español y Donostia si lo hacemos en vascuence.