Comienzamos por reconocer que la quinta acepción de cero en el diccionario oficial de la RAE es: adjetivo que expresa ausencia de elementos y señala que su sinónimo es ninguno. No escondemos que desconocemos cuándo se aprobó esa acepción pero nos da la impresión de que su origen está en el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001.
Ya sabemos que parece sorprendente, pero intentaremos explicarnos. Hasta entonces se sabía que el kilómetro cero de las carreteras españolas estaba situado en la Puerta del Sol de Madrid y se utilizaba cero como adjetivo solo en lenguaje científico (en física, sobre todo). Pero a raíz del citado atentado se empezó a hablar de la zona cero y de tolerancia cero con el terrorismo. Desconocemos si esa construcción es natural o lógica en habla inglesa pero, no lo es en español.
En general, la evolución de una palabra en el idioma y su aceptación por una institución como la RAE suele ser un reflejo del uso extendido y sostenido en la comunicación cotidiana. Cuando una palabra o un uso particular de la misma se vuelve común entre los hablantes de un idioma, la RAE puede decidir incluirla en sus diccionarios. Lo discutible es que ese uso no sea el de la comunicación cotidiana sino el que deciden, porque sí, los que hablan en politiqués y los medios de comunicación. La laxitud de la RAE en permeabilizar barbaridades es asunto de otro estudio, pero lo de politiqués aún no lo ha admitido…
Alternativas
Y ya puestos ¿por qué no decir tolerancia írrita? Aunque esto sería demasiado porque estaríamos yendo a lo radical del lenguaje, a la raíz de nuestro idioma y del latín. Y aquí se prefiere lo extraño, el inglés.
¿Suena mejor tolerancia cero que nula, írrita o ninguna? No lo creo, pero estamos en disposición de que se nos rebata esta opinión.