Jorge Eduardo Eielson
En el corazón del otoño, de Jorge Eduardo Eielson
Este taller dorado, señora,
Si usted suelta sus cabellos,
Su corsé, sus abundantes senos,
Arderá. La Muerte vestida,
Calavera de viejo sombrero,
Con plumas de pato en la nuca,
Vendrá, si usted llora, señora,
Desnuda en el bosque, si llora.
Hermosa señora, qué viento,
Qué viejo ya el día, las flores,
La cera y el vino, sus ojos, señora.
Este taller dorado, señora, es el otoño.
Sobre En el corazón de la noche
Este poema de Jorge Eduardo Eielson, escrito en 1947, es una pieza breve y ceremonial que condensa erotismo, melancolía estacional y una teatralidad espectral. La voz poética se dirige a una señora cuya desnudez convoca la presencia de la muerte, no como tragedia sino como aparición grotesca, casi carnavalesca. El taller dorado con que se abre y cierra el poema no es solo metáfora del cuerpo femenino, sino también del espacio ritual donde se funden deseo, ocaso y transformación.
La estructura circular, con la repetición del verso inicial al final, refuerza la idea de clausura: el otoño no es solo estación, es también una experiencia sensorial, corporal y simbólica. La muerte, vestida con plumas de pato en la nuca, introduce un tono surrealista que recuerda a César Moro, pero con una sensualidad más directa, menos hermética. El poema no busca la alegoría ni la abstracción: su fuerza reside en la imagen concreta, en la enumeración de lo marchito —flores, vino, cera— como signos del tiempo que se consume.
Eielson logra en su poema En el corazón del otoño una síntesis entre lo íntimo y lo cósmico, entre el cuerpo y la estación, sin caer en sentimentalismo ni en afectación. El poema es un rito de paso, un conjuro otoñal donde la belleza y la muerte se rozan sin solemnidad. Su tono es elegíaco pero no triste; teatral pero no impostado.
Sobre Jorge Eduardo Eielson
Jorge Eduardo Eielson (Lima, 1924 – Milán, 2006) fue una figura singular en la literatura y el arte hispanoamericano, cuya obra desbordó los límites de género, lengua y soporte. Poeta precoz, ganó el Premio Nacional de Poesía a los 21 años, pero pronto abandonó el Perú para instalarse en Europa, donde desarrolló una obra visual simbólica, marcada por el silencio, el cuerpo y la persistencia de lo andino.
Sus quipus contemporáneos no fueron ilustraciones arqueológicas, sino gestos que reactivaban el lenguaje ancestral como forma de resistencia y contemplación. En ellos, como en su poesía, el cuerpo es texto, el texto es rito y el rito es crítica.
Eielson no encaja en la etiqueta de artista conceptual convencional. Su obra no se presta a explicaciones ni a marcos teóricos cerrados. Desde Reinos hasta Noche oscura del cuerpo, su poesía traza una cartografía del cuerpo como territorio simbólico, donde el deseo y la desaparición conviven sin dramatismo ni énfasis. No hay retórica ni afectación, solo una inteligencia que trabaja con el silencio, la forma y la intensidad justa.
Vivió en Roma y Milán, lejos del circuito limeño, pero nunca dejó de pensar el Perú desde la distancia. Su obra es andina sin folclorismo, europea sin cosmopolitismo. Fue un poeta del cuerpo, del silencio, del símbolo. Su legado está en la intensidad con que supo convertir cada palabra, cada nudo, cada imagen, en una pregunta sobre el sentido de estar vivos.
Desde hoy, con En el corazón del otoño, Jorge Eduardo Eielsen está siempre presente en nuestro Poemario.




