Analizamos hoy en Polímatas a Juan Caramuel, monje cisterciense que destacó en matemáticas, ciencias, filosofía y lógica, teología y moral, lingüística y literatura, arquitectura, arte, historia, política y pedagogía.
Juan Caramuel. Sus inicios
Juan Caramuel Lobkowitz nació en Madrid en 1606, hijo de un ingeniero luxemburgués y de madre bohemia, en el seno de una familia vinculada a la corte imperial. Desde su infancia demostró una inteligencia prodigiosa: a los doce años ya elaboraba tablas astronómicas bajo la tutela de su padre y recibió una educación esmerada, tanto familiar como en instituciones jesuíticas. Estudió Humanidades y Filosofía en la Universidad de Alcalá, donde trabó amistad con figuras como Juan Eusebio Nieremberg, y pronto ingresó en la Orden del Císter en el Monasterio de la Espina (Valladolid). Su formación se completó en filosofía en Orense y teología en Salamanca y dominó una veintena de lenguas, lo que revela su extraordinaria capacidad intelectual y su espíritu universalista.
Caramuel fue un polímata del Siglo de Oro español: monje cisterciense, matemático, filósofo, lógico, lingüista, arquitecto, astrónomo e ingeniero militar. Su vida estuvo marcada por una intensa actividad viajera y una proyección internacional poco común en su época. Fue profesor en colegios de su orden, viajó a Portugal y Bélgica y se doctoró en teología en Lovaina en 1638. Su carrera eclesiástica lo llevó a ser abad en Escocia, vicario general en Inglaterra, abad en Viena y Praga y obispo en Campagna y Vigevano, alternando la gestión religiosa con la actividad intelectual y científica. Un talante abierto y su inclinación al probabilismo moral le valieron tanto admiradores como detractores, siendo acusado de laxitud moral y censurado por algunos sectores eclesiásticos.
Su obra
Caramuel está considerado uno de los intelectuales más prolíficos y originales del siglo XVII. Su producción abarca más de doscientas obras sobre matemáticas, lógica, filosofía, teología, lingüística, arquitectura y astronomía. Destaca especialmente su Mathesis biceps (1670), donde realiza la primera descripción impresa del sistema binario, adelantándose en varias décadas a Leibniz y explica el principio general de los números en base n, proponiendo el uso de diferentes bases para resolver problemas matemáticos. Fue el primer español en publicar una tabla de logaritmos y desarrolló un sistema propio en base 109. En astronomía, ideó un método para determinar la longitud utilizando la posición de la Luna y en trigonometría propuso un método novedoso para la trisección de un ángulo.
Su interés por la lengua universal le llevó a mantener correspondencia con Athanasius Kircher y a reflexionar sobre la posibilidad de un idioma común para la humanidad, anticipando preocupaciones que siglos después abordarían los creadores del esperanto. En teología, defendió el probabilismo, lo que le enfrentó a los rigoristas de la Iglesia y le valió el apodo de príncipe de la laxitud, aunque su pensamiento fue posteriormente reivindicado por otros moralistas.
Su polimatía
Los méritos de Caramuel residen en su capacidad para integrar saberes y en su espíritu innovador. Fue pionero en la aplicación de la matemática a la lógica y la teología, en la introducción de métodos científicos en la arquitectura y en la reflexión sobre la universalidad del lenguaje. Su figura, aunque polémica en su tiempo, anticipa la modernidad por su apertura al diálogo entre disciplinas, su defensa de la libertad intelectual y su afán de síntesis entre ciencia y humanismo.
Juan Caramuel falleció en Vigevano, el 8 de septiembre de 1682, a los 76 años de edad.
NOTA 1. Tanto en las efemérides del 23 de mayo como en las del 8 de septiembre hay una más amplia información sobre Caramuel.
NOTA 2. La imagen que ilustra esta entrada se ha extraído de L’araldo lomellino.