¿Karma? ¡Providencia!

noviembre 19, 2024

Exordio

No cabe duda de que estamos en tiempos de xenofilia, especialmente en España pero, en general, en toda la civilización occidental. Y tampoco la cabe en que es la propia civilización occidental, con la Iglesia Católica a la cabeza, quienes están colaborando activamente en que así sea.

Son las consecuencias inevitables de la laxitud y el buenismo absurdo; actitudes que lo único que consiguen es la relajación de los propios valores y la cesión desmesurada. O sea, la sumisión y la derrota.

Karma. Significado

El diccionario oficial establece que procede del sánscrito karma, hecho, acción y contempla dos acepciones:

  1. En algunas religiones de la India, energía derivada de los actos de un individuo durante su vida, que condiciona cada una de sus sucesivas reencarnaciones, hasta que alcanza la perfección.
  2. En algunas creencias, fuerza espiritual.

¿Por qué el karma y no la Providencia?

El karma resulta más sencillo de seguir que la Divina Providencia por varias razones:

  • Simplicidad. El karma ofrece una explicación simple de causa y efecto (lo que haces, vuelve a ti), fácil de entender y aplicar.
  • Inmediatez. Promete consecuencias más inmediatas y tangibles, mientras que la Providencia implica un plan divino a largo plazo, no siempre evidente.
  • Control personal. El karma enfatiza la responsabilidad individual directa, dando a las personas una sensación de control sobre su destino.
  • Ausencia de complejidad teológica. No requiere comprender conceptos teológicos complejos como la naturaleza de Dios o el libre albedrío.
  • Flexibilidad interpretativa. El karma se puede adaptar a lo que interese en cada momento sin necesidad de un marco doctrinal rígido.
  • Menor exigencia espiritual. No demanda una relación personal con una deidad o una fe específica.
  • Compatibilidad con el secularismo. Se ajusta mejor a una visión del mundo más secular y menos religiosa.

Esta simplicidad y adaptabilidad hacen que el karma sea más accesible y atractivo para muchas personas en la sociedad contemporánea. Y por esto se habla tanto del karma: nulo pensamiento y mínimo esfuerzo. ¡Es el karma!

Uso de karma

La popularización del karma responde a un complejo fenómeno sociocultural marcado por la secularización, la globalización y la transformación de los marcos interpretativos tradicionales.

El concepto ha penetrado en el imaginario colectivo como una herramienta conceptual que simplifica la comprensión de la causalidad moral. Su atractivo radica en ofrecer una explicación universal y aparentemente neutra sobre las consecuencias de las acciones humanas, alejándose de los marcos religiosos tradicionales católicos:

  • La descatolización de la sociedad española genera un vacío que conceptos como el karma han venido a llenar.
  • La globalización cultural ha facilitado la importación de conceptos espirituales foráneos, convirtiendo términos como karma en elementos de un sincretismo posmoderno. La xenofilia opera aquí no como una admiración consciente, sino como una apertura acrítica hacia narrativas externas que prometen respuestas simples a dilemas existenciales complejos.
  • Los medios de comunicación y las redes sociales han contribuido a la difusión y banalización del término. El karma se ha transformado en una expresión coloquial que poco tiene que ver con sus raíces filosóficas originales, funcionando más como un recurso retórico que como un constructo espiritual profundo.

Corolario

La adopción kármica refleja una tendencia contemporánea hacia una espiritualidad líquida, desinstitucionalizada, donde los individuos construyen bricolajes conceptuales, o mezclas personalizadas de creencias, que les permiten dar sentido a su experiencia vital. El karma se convierte así en un significante flotante, maleable y adaptable a las necesidades subjetivas de cada persona.

La simplicidad del concepto –lo que das, recibes– resulta especialmente atractiva en una sociedad compleja donde las explicaciones tradicionales sobre el bien y el mal han perdido su capacidad de interpelación. El karma ofrece una suerte de justicia inmanente, un mecanismo autorregulador que no requiere la intervención de una divinidad externa.

En definitiva, la popularización del karma representa un síntoma de transformaciones sociales: la crisis de los metarrelatos religiosos, la individualización de la experiencia espiritual y la búsqueda de marcos interpretativos que ofrezcan poco esfuerzo.

En hablarydecir, por supuesto, no tenemos ninguna clase de karma con nada y con nadie porque confiamos en la Divina Providencia.


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