Nacido en Villanueva de la Serena en 1683, Miguel Gutiérrez de Valdivia desarrolló su vida entre la vocación religiosa y el servicio institucional. Fue sacerdote de la Orden de Alcántara, capellán de honor del rey, arcipreste de Valencia de Alcántara y consejero de Órdenes. Su carrera se desplegó en el entorno cortesano y eclesiástico, con responsabilidades que lo vincularon al poder real y a la administración religiosa.
Su formación humanística y su interés por la lengua lo llevaron a participar en los primeros trabajos de la Real Academia Española, institución que comenzaba a consolidarse como garante del uso culto del idioma.
Miguel Gutiérrez de Valdivia en la RAE
El 21 de octubre de 1728 fue nombrado académico de número, asumiendo la titularidad de la silla Z como segundo ocupante, en sucesión de Pedro Scotti de Agóiz. Permaneció vinculado a la Real Academia Española hasta su fallecimiento, ocurrido el 20 de septiembre de 1747.
Su ingreso se produjo en plena elaboración del Diccionario de autoridades, obra fundacional de la Academia. A Gutiérrez de Valdivia se le asignaron las combinaciones desf, desg, desh, desi y desj, así como las letras U y V, lo que da cuenta de su implicación en la tarea lexicográfica.
En 1731 hubo de trasladarse a Sevilla, desde donde ofreció continuar colaborando con la Academia. Sin embargo, sus obligaciones como capellán real limitaron su participación activa en las juntas y su contribución quedó circunscrita a los encargos iniciales.
Su labor lexicográfica
Aunque no dejó una producción literaria conocida, su trabajo en el Diccionario de autoridades forma parte del esfuerzo colectivo por fijar el español culto en una época de institucionalización lingüística. Las letras y combinaciones que se le encomendaron implicaban un conocimiento preciso del uso y evolución del idioma, especialmente en el ámbito de los prefijos y las vocales que marcan variaciones fonéticas.
Miguel Gutiérrez de Valdivia. Perfil intelectual
Representa el perfil del académico cortesano: hombre de Iglesia con formación humanística, comprometido con la lengua desde una perspectiva institucional. Su paso por la RAE, aunque discreto, se inscribe en la etapa fundacional de la Academia, cuando el diccionario era aún una empresa colectiva y monumental.
Falleció en Madrid en 1747, dejando tras de sí una trayectoria marcada por el servicio religioso y la vocación filológica.