Recientemente hicimos un análisis somero de la hipercorrección en nuestra lengua española y hoy vamos a ver algunas de las consecuencias que la misma trae. Y, por desgracia, muchas de estas son, como dice el progrerío generalmente ágrafo, muy sostenibles, salvo giro radical.
Ya tratamos una. con cierta extensión, en ¿Peduco? ¡Peúco! Las que vienen a continuación son ejemplos, no exhaustivos, del mal uso de nuestra lengua.
El español está lleno de palabras que se pronuncian o escriben incorrectamente con frecuencia.
Algunos ejemplos notables
Acérrimo: Confundida con la forma inexistente aférrimo.
Beneficencia: Frecuentemente escrita de manera incorrecta como beneficiencia.
Convalecencia: A veces escrita erróneamente como convalescencia.
Croqueta: A menudo pronunciada incorrectamente como cocreta. No, esta cocreta no sale en el diccionario oficial. Y crocreta y clocreta tampoco. Decir lo contrario es un bulo como cualquiera de los que propaga este gobierno de la mentira y la traición, el del jefe del albañal.
Escéptico: Incorrectamente escrita como excéptico.
Esparadrapo: Pronunciada incorrectamente como esparatrapo.
Espurio: Frecuentemente mal escrita como espúreo.
Exuberante: Incorrectamente escrita con h como exhuberante.
Fidedigno: Confundida con la forma inexistente fideligno.
Helicóptero: A menudo pronunciada sin la p como helicótero.
Idiosincrasia: Frecuentemente escrita de forma errónea como idiosincracia.
Infraestructura: A veces mal escrita como infrastructura.
Prever: Es este verbo muy comúnmente escrito y pronunciado incorrectamente como preveer, incluso por personas a las que se les supone un alto nivel en el uso del idioma: periodistas, políticos, tertulianos y analistas, etc.
Sucinto: Erróneamente escrita como suscinto.
Surrealista: Confundida con la forma inexistente subrrealista.
Tortícolis: Frecuentemente mal pronunciada como tortículis.
Vicisitud: A menudo confundida y escrita como visicitud.
Víveres: Frecuentemente mal acentuada como viveres.
Viveros: Es el caso contrario al anterior, aquí se dice erróneamente víveros.
Estos errores suelen surgir por razones fonéticas, analogías con otras palabras o, simplemente, por costumbre, pero son siempre -al menos inicialmente- consecuencias de la hipercorrección.
Es importante advertir que, aunque estas formas incorrectas son comunes en el habla cotidiana, no están aceptadas por la Real Academia Española.
Fomentar la educación lingüística y la revisión constante de nuestras habilidades comunicativas no solo mejora la expresión personal, sino que también contribuye al respeto y la claridad en la conversación. Al reconocer y corregir los errores comunes, podemos avanzar hacia un uso más preciso y enriquecedor, promoviendo así una mayor comprensión entre los hablantes.