Exordio
¿Disidir? En periodismo, además de la teoría del Qué, quién, cuándo, dónde, por qué, cómo, hay otra máxima considerada vital: las preguntas planteadas nunca deben responderse en el primer párrafo.
Y como, aun sin ser periodistas (¡cómo ha decaído la profesión!), nos gusta respetar las normas con sentido, en hablarydecir vamos a hacerlo en el segundo párrafo: sí, disidir, segurísimos.
Disidir. Etimología y significado
Proviene del latín dissidēre, que se compone de dis- (separación) y sedēre (sentarse). Significaba, pues, sentarse aparte o separarse.
En español actual no ha variado apenas, disidir es un verbo intransitivo y, como expone el diccionario oficial, significa separarse de la común doctrina, creencia o conducta, apartarse de lo establecido o mayoritario.
Usos y ámbitos
En lo social y lo político se usa para describir a quienes se apartan de la línea oficial de un partido o ideología. Igualmente en el ámbito religioso. En entornos académicos y filosóficos se emplea para indicar desacuerdo con teorías o corrientes de pensamiento dominantes (o no dominantes pero haciendo ver que lo son, ya saben, la posverdad, los cohonestadores y todas esas cosas tan progres, multiculturales y sostenibles).
Curiosidades
Confusión con disentir: Se suele confundir disidir con disentir, que significa no ajustarse al sentir o parecer de alguien. Aunque relacionados, tienen matices diferentes en cuanto disidir implica una acción más definitiva de separación o ruptura, mientras que disentir se refiere más al acto de no estar de acuerdo sin necesariamente implicar una separación. Por poner un ejemplo: Vox diside y el PP disiente (o lo intenta aparentar).
Es un verbo poco utilizado en el habla cotidiana, siendo más común en textos formales o especializados. Curiosamente, el sustantivo disidencia y el adjetivo disidente son más conocidos y usados que el propio verbo.
Disidir. Corolario
Acabamos de ver que disidir no es lo que dirían tener derecho a hacer algunos ciudadanos españoles de Cataluña, no, eso es una majadería. Pero el derecho -este cierto- a disidir, mediante maniobras cada vez menos ocultas, están consiguiendo que, sin darnos cuenta lo tengamos ya casi perdido. Y también el de disentir.
¿Cómo nos lo están quitando? Basta con utilizar las ruedas de prensa institucionales para que Sánchez, ministros y similares propaguen bulos y fango. La segunda parte la hacen muy bien los medios de comunicación (no confundirlos con medios de información) prostituidos por el dinero público retribuido de forma delictiva, fundamentalmente por las contrapartidas y consecuencias que conlleva. Y en la práctica lo hacen tildando de locos, negacionistas (qué bonita palabra, algún día la estudiaremos a fondo), tachando de populistas (digo lo mismo que en el anterior paréntesis), antidemócratas, antieuropeistas, fascistas (ahora también se atreven con nazis), odiadores de las mujeres, racistas, en fin, todo lo que ustedes ya saben.
Lo bueno es que todo eso es su proyección sicológica y tiene un efecto. Es el efecto bumerán, que ya se ve en muchos países (espectaculares las caras y palabras de muchos con la apabullante victoria de Trump) y pronto lo hará en España.
Que lo sepa quien lo lea: en hablarydecir disidimos, disentimos y decidimos. Y solo dejaremos de hacerlo cuando dejemos de existir.
NOTA: La triste imagen que ilustra este artículo es la entrada del cementerio de Paracuellos del Jarama, donde reposan más de 12.000 mártires asesinados por los intolerantes en 1936, por los que querían acabar con cualquier disidencia, por los frentepopulistas cuyos herederos siguen hoy cometiendo desmanes, tropelías y delitos en el gobierno de nuestra Patria española. Asesinados por los que negaron y niegan el derecho a disidir.